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miércoles, 3 de octubre de 2012

Cuarenta semanas...y aún espero

Hoy, según los cálculos, cumplo 40 semanas de embarazo y aun el bebo no da señales de llegar.

Les confieso que pensé que para esta fecha estaría abrazando a Fernando, y pasando las malas noches anunciadas. Pero el bebo tiene otros planes.

Mis últimos dos meses de embarazo han sido de muchos movimientos. Cambié de ginecologo en la semana 37 (ya les contaré con detalle sobre las razones del cambio y de cómo la falta de ética médica en República Dominicana me regalaron las semanas más estresantes de ese proceso). A estos muchos movimientos estresantes de última hora se me ha sumado el afán y los comentarios fuera de lugar de la gente.

Supongo que no hay nadie con más deseo de conocer y abrazar a su hijo que yo. Nadie. Sin embargo, fuera del apoyo en esta espera que se ha hecho un poco larga, pero no anormal, he encontrado comentarios que lo único que suman es estrés y presión, que me quitan -aunque no quiera y me "unte un aceite imaginario para que me resbalen"- la paz y tranquilidad que se supone necesito.

"¿Y para cuando es?", "pero que se de rápido, que ya está bueno", "que se ponga en eso, que no estamos por esperar"....y así, sucesivamente. Y yo, a respirar. Y mi capacidad de ser "políticamente correcta" se me va agotando.

El domingo salí a caminar, como he hecho en estas últimas seis semanas, y creo que me excedí. Esa caminata fue, más que nada, un desahogo. Se me salían las lágrimas de rabia. ¿De verdad la gente, cualquiera, cree que tiene más conexión con este bebe dentro de mí? ¿Alguien cree que tiene más deseos de que yo de parir a mi hijo? ¿Alguien sabe de verdad o cree saber que tanto me duele la espalda, que tan incomodo se me hace dormir?

He decido esperar mi parto normal, nada me lo impide, pero parece que en esta sociedad de tiempos controlados y agendados eso parece, para algunos, un pecado mayor, una perdida de tiempo.

Les confieso que a veces me dan ganas de tomar un autoparlante y anunciar a voz de galillo que el que  sienta que Fernando está tardando mucho que deje de esperar y se olvide del caso y me deje en paz, a esperar a mi tiempo, a esperar el tiempo de mi hijo, a esperar el tiempo de mi cuerpo. Y que no, no me da la gana de hacerlo de otra manera, que no me importan la agenda de nadie (de verdad, no me importa), que porque le digan desde afuera que "llega, que esta bueno" ese bebe llegará cuando lo decida la naturaleza que rige este embarazo.

Cuando llegué de la caminata tuve que desahogarme con mi esposo. Me entiende, me abraza, me dice que no haga caso. Estoy haciendo el esfuerzo. Ayer estuve donde mi médico, el nuevo médico desde la 37 semanas. Me revisó. Me dijo que no hay muchos cambios, no hay dilatación, aunque el bebo está en posición. Me dijo que no desesperará, que es normal que las primerizas sobrepasen las 40 semanas, que muy pocos bebes nacen en la fecha calculada, porque esos cálculos son probables, que siga vigilando mis contracciones irregulares y que disfrute mis últimos días de embarazo.

De cumplir la semana 41 es probable que mi médico decida inducirme el parto. Por lo menos me dijo de inducir y no de hacerme cesárea. No quisiera que fuera así, pero lo prefiero a que me hable de operarme, opción que solo hemos visto en caso de que exista una razón verdadera para ello. Mientras, me repito todas las mañanas que confío en mi cuerpo, confío en el tiempo biológico para mi hijo, de mi embarazo.

Agradezco en estos días a mi madre, que desde Estados Unidos, me apoya y me da ánimos y que nunca me ha hablado con temor ni con miedo del parto natural, sino todo lo contrario. A mi hermana que me ha llenado también de cariño y que no tiene palabras de desespero para mí. A algunas de mis amigas, incluyendo a mi querida comadre Johanna, quien esperó un parto natural por casi 42 semanas y sabe muy bien por lo que estoy pasando.

A los que con sus comentarios y sus "afanes de agenda" me roban la tranquilidad que busco tener en estos días, les digo que se vayan al  carajo. Este es un asunto entre Argénida, su esposo, el bebo y mi médico.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Sexo y embarazo



Podría ser que el tema desubique, y más cuando lo escribo con 38 semanas de embarazo cumplidas.

Pero no podía dejar de hablar del tema, un tema bastante latente durante la gestación de un bebe, aunque muchos no lo crean.

No puedo hablar desde un punto científico o médico, fuera de las cosas que he consultado en la internet. Más cercano está mi experiencia personal, y trataré desde ella hablarles sobre el asunto.

Sí, el sexo en el embarazo existe.

Yo que he tenido una gestación sin mayores sobresaltos físicos, el tema del sexo no ha implicado un dolor de cabeza, aunque si un cambio de cómo se vive y se ve.

En los primeros tres meses de gestación, con sus consabidos malestares y cambios hormonales, el apetito sexual se va literalmente a la porra. En mi caso, mi esposo "me hedía"...si, así como lo lee, mis hormonas locas repelían su cercanía. Mientras él, desde los primeros días de embarazo, me decía que mi cuerpo tenía un olor diferente, un olor "chocolatozo", que lo desmotivaba a tener relaciones sexuales.

Pero a pesar de eso, en los mejores días, hubo sexo.

El temor lógico, en especial de mi esposo y me imagino de muchos hombres, era hacerle daño al feto. Pero, luego de consultar datos al respecto, uno se va haciendo la idea de que no les pasa nada. Así que entre los días que no lo detestaba por su olor de "asco" o que las nauseas no me tenían tumbada, pues para allá dábamos.

En el segundo trimestre la cosa se pone buena. Al menos a mí me pasó. Sin malestares, ni olores hormonales de por medio, sumado con un pancita pequeña y sin tanto movimiento aparente del ya bebe, quieres cobrarte lo que el primer trimestre te robó. Aun así, los cambios en el cuerpo te hacen a veces pensar en como te ve el esposo. En mi caso, el esposo me decía, y aun lo hace, que le gusta mi cuerpo de embarazada. Al escuchar algunos piropos en la calle creo que a muchos hombres no ven como impedimento erótico una pancita de por medio.

Lo del tercer trimestre es algo más complicado. La panza es grande, el bebe se mueve mucho, la espalda, el cansancio, y las posiciones se limitan...si que es complicado. Pero posible. Limitado, pero posible. A veces mi esposo y yo nos reímos con lo creativo que hay que ponerse, además de que mucha de la inapetencia inicial del embarazo vuelve por el peso del bebe ya con la cabeza en posición y el cuerpo centrado en una panza que te hace caminar como un patito.

En estos últimos días de gestación la pregunta frecuente es ¿cómo será el sexo luego de que nazca el bebo? Supongo, y sé que será así, la dinámica cambiará. No es lo mismo la vida sexual de una pareja sin hijos que la de una pareja con un hijo recién nacido. He hablado del tema con mi esposo. Él parece entender lo mismo que yo, pero ninguno tiene una bola mágica para saber que tanto se nos cambiará la vida en ese aspecto.

Ya veremos.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Parto vaginal: lo natural que es "antinatural"

Acabo de entrar en la semana 36 de mi embarazo. Mi panza ha crecido mucho. Por lógica, es que el bebo está en su momento de solo tomar peso. Hace una semana y días atrás, y según el eco, podría estar sobrepasando las 6 libras.

Entre los comentarios frecuentes en estos días es para señalarme lo grande que esta mi panza o decirme "estás a punto de desembarcar", "¿y por qué no tomas ya un descanso del trabajo?".

Pero la cuestión que más me comentan y ante la cuál suelo quedarme extrañada con muchas de las expresiones a mi respuesta es: "¿Vas a dar a luz normal?".

Recuerdo, y lo comenté con una amiga que ha tenido sus dos hijas en partos vaginales, que hace años no era algo que se preguntaba sino que se tenía asumido. Tu parto debe ser normal, o sea, vaginal. La anormalidad era que te hicieran cesárea.

Resulta que ahora no. Muchas personas me dicen cosas como "¡¿Piensas parir normal?!" "¿No te da miedo?" "¿Y tu vas a aguantar esos dolores?" "Bueno....ojalá que sí"

Mi amiga Patricia, la que ha dado a luz a su dos nenas por parto vaginal, me comentó que en la clínica la señalaban como "la valiente". Nos reímos. Me dio ánimos para visualizar mi parto vaginal, para reafirmarme que es lo que es: lo más natural del mundo. Hasta me dijo que si me siento bien no tengo porque inmovilizarme en mi casa, sino todo lo contrario.

Sigo con mi rutina, más lenta, con menos obligaciones laborales aunque vengo a cumplir mi horario y hacer las asignaciones dentro de la redacción. Hasta escribí un artículo freelance para una revista y ando corrigiendo un texto de un amigo por pago.

Y sí, le respondo a todo el mundo, quiero lo natural que parece se ha convertido en lo más antinatural de mundo: un parto vaginal.

P.D. Hace unos meses escribí sobre el tema de las cesáreas versus el parto vaginal para el periódico en el que laboro. Aquí lo pueden leer: ¿Parto vaginal o cesárea?

jueves, 30 de agosto de 2012

La tribu

Me acostumbré, desde mi adolescencia, a tratar de tener el control de mi pequeño mundo, de mis cosas. Pasó así porque tuve que asumir responsabilidades de adulta cuando no me tocaba, eso pienso. Y recuerdo verme con catorce años haciendo diligencias para escribirme en el liceo, sin más compañía que la mejor amiga que tenía en ese momento.

Esto tiene su lado bueno y su lado no tan bueno. En mi caso, me creo una independencia temprana, aprendí a sortear dificultades que luego me permitieron ser apoyo de otras personas, me hizo más reflexiva. Pero...pero, también te hace vulnerable a creerte perfecta, a tener poca aceptación cuando las cosas no marchan como quieres o como entiendes que tu esfuerzo o deseos lo merecen. Te crea una concha para repeler el mundo, a veces a costa de tus propios sentimientos.

Tuve un poco de todo eso, de lo bueno y lo malo. Con el tiempo, y la adultez, maduras con más tranquilidad y te das cuenta de que la vida es vida, de que las cosas no dependen siempre de ti, pero sí siempre depende de la manera en como la asumes.

El embarazo te vuelve sensible, vulnerable, dentro de una fuerza que te hace vivir ese momento. Pero el punto más importante no es que te hace así ante la vida, sino ante ti misma. Ahí caben todas esas preocupaciones, afanes y desbordamientos maternales de las primerizas. Y en este momento, no hay algo que valga más que la tribu.

¿Qué es la tribu? Pues la madre, mi madre que tuvo tres niños por parto natural después de cumplir 30 años.  La abuela, mi abuela, que parió siete, cuatro de ellos en su casa, que vio morir a uno de sus hijos antes de que cumpliera los tres años. La hermana, mi hermana, que es madre soltera, que ha asumido la crianza cien por cien de mi sobrino. De las amigas, todas las amigas madres, que han pasado ese proceso de ser primerizas, que entienden por lo que pasas, que ha superado depresiones post parto. Esa es la tribu.

En estos días en que me desbordo, en que me he sentido algo atrapada pensando en gastos no tan necesarios, en que a veces quisiera agarrar la tarjeta de crédito y comprar de todo, de todo...las voces de la tribu me dan sus sabios consejos. Me han dicho que el bebo en sus dos primeros meses necesita, más que cualquier lujo, un lugar donde dormir, la ropita necesaria que dejará desde que empiece a engordar, alimentación, pañales y mucho amor. Que nada de las mil cosas que te quieren "meter por ojo, boca y nariz" la publicidad de las tiendas de bebes son, en su mayoría, necesarias. Que hay cosas que pueden esperar, y que se hacen paso a paso.

Entonces pienso en la cuna que compartimos mis tres hermanos. Pienso en lo que mi abuela me cuenta de la crianza de sus hijos pequeños, hasta de una tía que cuando nació no tenía nada más que la toalla donde la envolvieron, de mis amigas resolviendo con lo importante, con el bebo durmiendo en el coral o en el moisés en lo que se juntaba en dinero de la cuna.

También cuando me hablan de sus partos, de sus experiencias, de como enfrentaron sus primeros momentos de madre. Y sabes, al verlas, al conversar con ellas, que tú también eres parte de esa tribu de madres y que, al igual que ellas, saldrás adelante.

Que me disculpen los promotores de los cursos prenatales, pero prefiero mil veces los cursos de esta tribu.

jueves, 23 de agosto de 2012

Falta poco...

Acabo de cumplir 34 semanas. O sea, que estoy entrando en el octavo mes. Falta poco para conocer a Fernando.

Hoy, de manera particular, me siento muy cansada. Mi cuerpo quiere estar durmiendo, descansando, pero ahora estoy en la redacción del periódico y esperando novedades de una tormenta que afectará al país. Solo espero que no me manden a buscar ninguna información a la calle.

Aun tengo muchas cosas que preparar. Mi maleta esta casi lista y me resta lavar toda la ropa del bebo y plancharla. Por las lluvias anunciadas por la tormenta, que se teme se pueda convertir en ciclón, no podré lavar las ropitas del bebe. Así que espero hacerlo a partir del lunes.

Ver su habitación, que aun no está la cuna (todo el mundo me dice que no la arregle hasta que no nazca el niño. Es una costumbre muy dominicana que me parece tiene que ver con la buena suerte o con la precaución ante lo que puede pasar hasta el último momento), sus ropas, sábanas, teteros...me llena de emoción. Siento tan real ahora su llegada.

No sé hasta cuanto aguantaré en el trabajo. Por ahora puedo. Estoy lenta. Me balanceo (sonrisas)...parezco un patito. ¿Será que romperé fuente en la redacción?

El jueves que viene me toca cita y sonografía. Pienso grabar la eco para tenerla de recuerdo.

El esposo y futuro padre anda caminando en las nubes. Ansioso por conocer al bebo. Anoche, cuando llegué de trabajar pensé que la casa estaba sola hasta que escuche que me llamaba desde la habitación de Fernando. Ahí estaba, sentado en el piso. "¡Qué cosas tan hermosas!", me dijo mientras revisaba los últimos regalos de Fernando.

Mientras, la familia anda muy atenta de nosotros. Mi hermana ha sido un verdadero apoyo en todo este proceso. Mi madre llama y pregunta. La suegra, futura abuela primeriza, pasó una semana con nosotros y anda preparándose para regresar antes de la fecha de parto, que de acuerdo con las cuentas es entre el 28 de septiembre al 4 de octubre. A ver que mes elige.

¿Miedo al parto vaginal? Ninguno. Más miedo tengo que me digan que me van a hacer cesárea. En mi última eco supe que el bebo está en posición, con su cabecita hacía abajo. Solo espero que no se le haya ocurrido cambiar de idea.

Por último, ayer me entregaron las fotos de una sesión que nos tomamos con la panza. Pondré algunas. Les comento que me hice un desnudo, quedo hermoso y es un recuerdo que atesoraré. Amo cada cambio que ha dado mi cuerpo para dar paso a la vida de Fernando. Me siento una embarazada de lo más sexy y mi esposo me lo ha reafirmado (ahora que lo pienso, es probable que hable de sexo y embarazo en el próximo post...)





A esperar lo poco.

lunes, 20 de agosto de 2012

Salud, embarazo y cobertura médica III

Dar el brazo a torcer.

Eso he hecho con el tema de la cobertura de mi parto.

Como recordarán en otro post anterior hablé sobre la noticia que me dio mi doctora sobre unos honorarios que cobra, además de la cobertura de mi seguro médico privado, y de cómo en mi seguro no me ofrecieron ninguna garantía de defensa.

A raíz de este texto, muchas amigas y conocidas madres me contaron la misma experiencia. Algunas fueron avisadas luego del parto, o sea, su doctor o doctora nunca les había mencionado el tema. Otras me contaron que decidieron negociar con sus doctores, por la confianza de atención desde hace años o porque ya era muy tarde para cambiar de médico, o porque eso les garantizaba una atención médica de calidad. Descubrí para mi terror que gran porcentaje de los ginecólogos obstetras hacen lo mismo.

Quise hacer un intento nuevamente, ya que el tema me mortificó por más de un mes. Antes de volver a mi cita, que fue hace casi tres semanas, fui personalmente a la oficina de mi seguro médico. Las respuestas fueron las mismas. Nada que hacer. Me repetían que tengo cobertura de un 100% en caso de parto vaginal y de un 80% en caso de cesárea, pero no me ofrecieron ningún detalle sobre el monto que pagan de honorarios. "Es un negociación entre tú y tu doctora".

El día de la cita mi esposo y yo hablamos del tema con ella. Aparentemente compresiva me volvió a dar sus razones de que los seguros no pagan a tiempo, de que es poco lo que pagan. Yo ya estaba aturdida. Me pesaba el hecho, y me pesa. Tengo más de cinco años atendiéndome con ella y nunca me había cobrado fuera de lo que mi seguro estipulaba. Trató mi endometriosis ovárica y las lesiones en el cuello del útero con muy buenos resultados, ambas cosas me pusieron en jaque y me hicieron temer lo peor. Ella detectó todo a tiempo y todo fue bien. Confio en ella y se que es una gran profesional, una doctora que aconseja y que trata de animarte para que tengas un parto vaginal.

Por eso este tema me desconcertó tanto, precisamente en este momento de mi vida, en mi embarazo, ella asumiera esa visión mercantilista que prima en la medicina de mi país.

Le planteamos nuestra necesidades y la imposibilidad de pagarle lo que pedía. Cedió en cobrarnos menos.

Mi esposo me dice que es mejor así, que no es bueno cambiar de médico en un proceso de embarazo, y más luego de estar tantos años atendiéndome con ella. Y conociendo las historias que conozco, no creo que me sentiría bien en manos de otra persona faltando dos meses para mi parto. Accedí.

Ya no quiero pensar en el tema, ni mortificarme más. Me pesa el hecho de que posiblemente la diferencia de pago en la clínica donde me atenderé no sobrepasará los tres mil pesos y sin embargo tendré que pagar esa cantidad multiplicada por cinco para unos honorarios que los médicos especialistas en este país tienen, según me afirmaron en el seguro, "derecho de cobrar".

Me pesa también que no hay ninguna instancia que prohíba esta práctica, ni nadie que te defienda ante esto. De que cada día le descubra una nueva falla o incumplimiento a la ley de Seguridad Social, a más de diez años de su promulgación.

Después del parto, cambiaré de ginecóloga.

lunes, 6 de agosto de 2012

Mi madre y mi futuro como madre

Lo había escuchado hasta la saciedad: "Cuando seas madre entenderás muchas cosas de tu madre".

Aun no ha nacido Fernando, pero desde que quedé embarazada comprendí muchas cosas de mi madre.

Cuando estaba en el proceso de los malestares recuerdo haberla llamado y decirle si ella pasó por todo eso. Me respondió que sí, tres veces. Le dije que gracias. Reímos. "No es fácil, pero el resultado es hermoso", me dijo.

Con el tiempo, y a pesar de que de rosas tiene poco el proceso de embarazo físicamente hablando, entendí lo de hermoso que me dijo mi madre. Esa ilusión que te crece y que no puedes evitar, esas ganas de conocer a tu bebe, el miedo ante la espera y pensar en lo que no puede salir bien. En que todo el proceso te cambia, te da otra que no eres tú, otra mujer que se va gestando con ese hijo o hija.

Mis primeros recuerdos de niña me traen imágenes de mis brazos rodeando su cintura y observando lo que hacía. De como me hacía el mismo peinado cada mañana para que fuera a la escuela. Su voz dulce. Cuando cumplí nueve años ella se fue a Estados Unidos con mi padre y me dejó al cuidado de mi abuela, junto a mis hermanos. Confieso que es lo peor que puede pasar un niño o niña: ser separado de su madre.

En ese momento nada en el mundo  me podía hacer comprender esa separación. Sufrí, y sé que mis hermanos también -que tenían 11 años, mi hermana, y ocho mi hermano- la incomprensión del razonamiento adulto de muchos de nuestros familiares."Lo hizo por el bien de ustedes"; "es para darles una mejor vida"; "es lo mejor". Nosotros solo queríamos estar con nuestra madre. Nadie parecía comprender eso. Muchos rallaron en lo cruel.

En esos años de separación, ella padeció de cáncer de seno, se separó de mi padre, superó su enfermedad, hizo todos los trabajos inimaginables (y aun trabaja), logró ahorrar para comprar un apartamento, volvió con mi padre...y sé que sufrió tanto como mis hermanos y yo, y supongo que fue igual de incomprendida.

Pasaron nueve años antes de volverla a ver. Nueve años. Ya no solo serían llamadas y los regalos de sacrifico de la separación, ahora era ella otra vez en físico, con su voz y su abrazo. Una vez al año, desde entonces, mi madre regresa para estar con nosotros.

Ahora de adulta comprendo su decisión de irse para darnos un futuro mejor, aunque nada de eso nos devuelva, ni a ella ni a nosotros, lo perdido. Comprendo su dolor, no solo el mío. Me juré, cuando quedé embarazada, que nunca me separaré de mi hijo, aunque tengamos que vivir bajo un puente. Haré todo lo que este a mi alcance para no dejarlo, aunque eso signifique una "mejor vida", no podría hacerlo, no después de lo que viví.

Amo a mi madre, y cada día que veo mi panza crecer, la amo más desde esta dimensión que ahora vivo y la comprendo con un amor distinto.

Además, es la única persona que me ha hablado del parto sin miedo. "Es un dolor, sí, pero verás que después eso se olvida. Trata de parir, es lo mejor. Eso es como un dolor fuerte de menstruación, pero podrás, todas podemos".

Gracias, madre.



domingo, 15 de julio de 2012

El esposo y futuro padre

El domingo pasado, sentada en unas colchonetas en la sala de mi casa, hablaba con mi hermana. Mi hermana, que es casi dos años mayor que yo, es madre soltera. He visto lo difícil que ha sido para ella salir adelante sola con mi sobrino, Sebastián.

Le dije lo mucho que admiro su tenacidad, porque ahora que estoy embarazada entiendo en plenitud lo difícil que fue para ella atravesar este proceso sin el padre de su hijo, que aun hoy no hace gala de ninguna responsabilidad paterna. Ella sólo suspiro y me dijo que apreciara la compañía y el apoyo de mi esposo.

Mi esposo, el futuro padre de Fernando. Creo que el espacio no me cabría para expresar lo que ha significado en mi vida, no desde este proceso, sino desde antes, cuando eramos amigos.

El esposo es el hombre que jamás pensé conocer, distinto en mis expectativas de niña refugiada en demasiados sueños de príncipes para escapar de ciertas realidades. Como suele pasar con muchas personas que llegan a tu vida, el esposo cuando llegó como amigo, primero, y como novio después, cambio mucho de mi visión del mundo, de los hombres y de mi misma.

Ahora, en este proceso de embarazo, ha asumido su paternidad con una responsabilidad y cariño que me enternece. Habla con su hijo, toma su guitarra y le canta, besa la panza, la acaricia. Habla de Fernando, de sus expectativas, de que su hijo será hincha del Barca (ni modo...), de que lo verá jugando fútbol. Su cara cuando pone la mano en mi vientre y siente sus movimientos le hace tan transparente el amor hacía su hijo que se me hace cada vez más inolvidable.

He hablado con él de algunas cosas relativas al parto, ahí es menos abierto. No quiere estar en la sala cuando de a luz, prefiere estar afuera. Supongo que es más que nada, porque no soportaría verme sufrir dolores sin poder hacer nada. Pero él prefiere no hablar de eso. Lo primordial en él es su preocupación por cuidarme, porque no me pase nada, por hacer los quehaceres en la casa para que no este en peligro de caerme o me agote mucho (ya pasó lo de la caída por mi necedad, según él, de lavar en casa...fue el susto más grande que he pasado..pero fue más el susto que otra cosa). Si por el fuera solo saliera en taxis de la casa y no caminara ni medio metro en el día. Es como si además del síndrome del Nido que nos da a las futuras madres, el padeciera de otro..el del protector.

Me encanta y me enamora verlo tan integrado a este proceso, de saberme cuidada y querida, de verlo afanarse por darle lo mejor a su futuro hijo, de como me ayuda y me mima. No sé cómo será cuando nazca Fernando, pero sé que será siempre un buen padre.

Mis felicitaciones a todos los hombres que como mi esposo buscan acompañar a sus parejas en este proceso, a pesar de saberse tan ajenos a él. Mis respetos a las mujeres que han tenido que ser madres solteras, por decisión o por circunstancias que se escapan de ellas. Admirable saber que han pasado todo este proceso desde su fuerza interna. Por eso digo y repito, que el mundo aun gira por nosotras.

lunes, 9 de julio de 2012

Gastos y preocupaciones

No puedo negar que el tema de los honorarios "por la izquierda" de mi doctora me han puesto el mundo de mi tranquilo embarazo de cabeza.

Algunos amigos me siguen aconsejando. Me dicen que no lo admita y que se lo diga desde ahora y por lo que averiguado esos "honorarios" lo cobran sin darte ni siquiera un recibo o factura de vuelta.

Como sé, y los que son padres saben, un bebe trae sus gastos. Aunque no me he querido montar ni lo haré en la fiebre de comprar cosas innecesarias para los primeros meses de vida de mi hijo, no cabe duda que lo necesario tiene sus costos. Por lo que el tema de los "honorarios" me complica la planificación de gastar en lo necesario. Y no es que crea que la atención médica es innecesaria, pero esta situación no compagina con lo justo.

Así que ando decidiendo las medidas a tomar antes de cumplir las 37 semanas y es probable que esta situación tenga final, bueno o no, en mi próxima cita mensual. Iré personalmente al seguro médico que me corresponde para asesorarme y, aunque todavía no lo sé, creo que hablaré con mi doctora antes de la cita de agosto. Mientras más rápido vea lo que voy a hacer con respecto a este tema, más tranquila estaré. Porque eso si necesito, tranquilidad que esta situación me ha robado.

Además, no me gusta ver ni sentir a mi esposito preocupado con esto, con algo que entiendo no debería ser así.

jueves, 5 de julio de 2012

Salud, embarazo y cobertura médica II

Me quedé hecha una piedra.

Ahora explico el porqué.

Hoy fue mi cita mensual. Veintisiete semanas de embarazo. Llego temprano a mi consulta. La recepcionista de mi doctora me recibe.

- Argénida, ¿te he hablado sobre los honorarios de la doctora para el parto?

- Que recuerde...mmmm...no. (lo dije porque asumía que eso era parte de la cobertura de mi seguro médico, que repito para aclaraciones de las personas que no viven en República Dominicana:  la salud no parece ser responsabilidad del Estado y los trabajadores nos deducen para pagar pólizas privadas de salud, sin contar que nos deducen para el Seguro Social que no usamos).

- Pues mira... (y me mira con cara de que me va a dar una mala noticia) ¿cuál es tu seguro?

- Es (omito el nombre, para el caso no tiene importancia).

- ¿Y cuál es tu poliza?

- Es la básica más la complementaria, o sea, es una buena cobertura.

- Ya veo, pero la doctora cobra sus honorarios fuera de la cobertura de los seguros. A menos que tengas una poliza Prestige (esa poliza solo al pagan los ricos, algo que se asume por el nombre ¿no?). Y para parto normal son 20 mil (unos 512 dólares) y para cesárea son 25 mil (641 dólares).

Me quede hecha una piedra.

- ¡¿Cómo?!

- Pero puedes hablar con la doctora, a ver si te rebaja algo. Ella no es estricta con eso.

En el consultorio. Luego de chequear mis análisis (tengo los glóbulos rojos algo bajos. Hierro y proteínas conmigo)., de chequear mi peso (¡sólo aumenté tres libras!) y de escuchar a la doctora decirme si voy a optar por la conservación del ombligo de mi hijo por lo de las células madre (algo sumamente costoso, aunque se pague por cuotas) me propongo a tocar el tema piedra.

- Doctora, explíqueme lo de sus honorarios.

- Bueno, mira (otra mirada que no me va a gustar) la situación con lo seguros es difícil. Ellos no nos están cubriendo casi nada. Por ejemplo, yo cobró quinientos de diferencia de consulta cuando todos los médicos aquí cobran mil de diferencia, y los seguros solo nos cubren 275 pesos. Igual pasa con los honorarios (de lo que no me dio detalles de su costo). Yo entiendo que es una sorpresa. Los recién graduados cobran entre 10 mil y 15 mil, pero los que tenemos entre 20 y 30 años en esto... (en este punto ya ni sabia que pensar)... yo puedo considerar, porque tampoco es una cosa impuesta a la mala, pero es lo que cobro por honorarios.

Me despedí.

Más tarde. Llamo a Atención al Cliente de mi aseguradora de salud.

- Buenos días, soy Guadalupe, ¿en que puedo ayudarle?

- Buenas tardes, Guadalupe. Me gustaría chequear la cobertura de mi seguro con relación al parto y la cesárea. (Seguido le paso el número de poliza de contrato que está en mi carnet).

- Su seguro ti ene cobertura básica y complementaria. Su cobertura para parto normal es de un 100 por ciento y en caso de cesárea de un 80 por ciento. Tiene en cobertura para medicamentos...

Luego de escuchar los demás detalles le pido que me diga si eso incluía los honorarios médicos. Me dice que sí. Y ante su sí le explico lo que mi doctora me dijo. Sorprendida me dice que los honorarios son cubiertos de acuerdo con el contrato de prestación de servicio que tiene la aseguradora con el doctor, pero (ese pero...) los doctores suelen cobrar honorarios independientes y que aunque se asume ilegal, o más bien, no ético, ellos no podían hacer nada. El asunto era un trato entre doctor y paciente y que yo debía negociar con ella.

- Gracias, Guadalupe.

Minutos después. Estoy pensando seriamente en ver si en la próxima cita negocio con mi doctora, o si la llamo mañana y converso la rebaja de sus honorarios...o si le pido mi expediente y salgo a buscar otro doctor..y me resisto a esta última idea porque tengo seis años consultándome con ella y nunca, hasta ahora, había tenido problemas de cobertura y honorarios en su consulta. Además, es mi doctora de confianza.

Comento el asunto con una compañera de trabajo que me dice que busque otra opción médica.

Luego, hablando del tema con otro colega, este me espanta y me dice: "Eso de las coberturas es una mentira. Por eso mucha gente se ha cambiado al Senasa (aseguradora del Estado, que se supone es para cobertura médica para los pobres, pero que muchos no pobres lo usan y que alegadamente tiene mayor margen de cobertura...y funciona como aseguradora privada y no privada...en suma, no entiendo bien como es que funciona). No relajes con tu salud y la de tu bebe. Es en una buena clínica y esa doctora es de tu confianza. Reúne tus chelitos y no le des mente".

Mi esposo me dice, con toda la calma, que eso es lo que cobran los médicos, que ella no es la única.

Estoy hecha una piedra.

P.D. Según la ecografía mi bebe tiene dos libras y trece onzas de peso, y hasta cachates tiene :)

domingo, 1 de julio de 2012

El primer libro de Fernando

Anoche conocí a Cristiane, una escritora y profesora brasileña radicada en República Dominicana.

Asistió a una reunión en la que organizó, junto a otras escritoras, un taller de formación literaria. Entre opiniones y libros, Cristiane decidió hacerme un regalo, que es con mayor precisión, un regalo para Fernando.

"Leéle desde ahora", me dijo.

Esta es la hermosa portada del primer libro de mi hijo.


viernes, 29 de junio de 2012

Pensando en la crianza. Estivill o colecho


Las búsquedas de información y datos van con la etapas que vivimos, y más en esta época de internet y redes sociales.

A finales del año pasado me abarrote de información relacionada con las bodas. Aunque la mía fue bastante sencilla y organizada por una excelente planificadora de eventos y buena amiga, los blogs y páginas que visite sobre el tema me ayudaron a guiarme sobre tendencias, colores e ideas que quería para ese evento.

Desde que supe de mi embarazo toda mi búsqueda en la web se ha concentrado en maternidad y bebés. Mientras van avanzando las semanas, y como periodista que soy, me planteó preguntas y buscó información sobre ellas. No he necesitado recurrir a ningún libro de texto sobre bebés, ya que la basta cantidad de datos en la red es más que suficiente. Este blog en parte fue gestado gracias a la buena cantidad de otros blogs que encontré de madres en toda América Latina, en la que cuentan sus experiencias durante sus embarazos y crianzas.

Aunque mi interés se ha concentrado en el embarazo y la vida intrauterina, no he podido dejar de anotar datos sobre la crianza que me espera enfrentar. Leyendo y leyendo he descubierto de donde salen muchas de las recomendaciones que escucho de mis amigas con hijos cuando me dicen que debo dejar a mi hijo dormir solo en otra habitación desde que tenga dos meses, o solo cargarlo cuando lo amamante o le de biberón para que no se malcríe, o no acostarlo nunca jamás en mi cama: el doctor Eduard Estivill.

Este señor, hasta donde he leído, es autor de un libro que se llama "Duérmete niño". No se cuanto tiempo tiene de publicado, pero me parece que tiene sus buenos años. En ese libro, del que he leído unos pocos párrafos copiados en páginas y blogs, se aconseja lo que he mencionado antes y, de manera literal, dice que dejes llorar a tu bebé y no importa si vomita porque "el te está tratando de manipular".

Del otro lado, están el grupo de madres y futuras madres que propugnan el parto respetado y la lactancia que van desde extremos bien extremos a una posición que entiendo racional y hermosa con relación a la crianza desde lo que llaman colecho. He leído de los beneficios de esta manera de crianza, de la necesidad de cercanía con su madre que tienen los recién nacidos, sobre todo a la hora de amamantar y de conciliar el sueño, de la necesidad de atención y cariño, de que su llanto no es "manipulación".

Muchas hablan de su experiencia de dormir con sus niños hasta que estos cumplen cinco y seis años, de darles de amamantar hasta los cuatro años, de querer parir en sus casas, del misticismos de sus partos (muy ligado al new age).

El asunto me viene a la atención porque hoy la mayoría de los blogs y webs de madres que leo estuvieron celebrando el Día Mundial del Sueño Feliz (lo que aseguran es posible y más natural con colecho) y promocionando, al mismo tiempo, desmontar las teorías de doctor Estivill sobre crianza

¿Qué pienso sobre esto? Hace unos días, a raíz de un comentario en mi muro de Facebook algunas amigas y conocidas compartieron conmigo detalles de sus procesos de crianza, y por supuesto, del colecho. El consejo más importante que me dieron: sigue tus instintos. Si es por mis instintos veo muy mal parado al doctor Estivill. No me veo colocando a mi bebo de dos meses de vida en otra habitación solo en su cuna, y menos dejarlo llorar hasta que se desespere y vomite. Como mi decisión ha sido hacer todo lo posible por amamantarlo el más tiempo posible (algo que ando visualizando y motivando desde ahora), no es verdad que voy levantarme a ir a otra habitación...no, simplemente no.

Una de mis colegas periodistas y madre me habló de como colechó con su pequeño. Me contó que cuando se reintegró al trabajo y con su bebo de tres meses, se hacía cuesta arriba que durmiera. Ella lo llevaba a su cama. Lo amamantó por un año y nueve meses. Cuando me dijo que para que no se le secaran los senos se ordeñaba cada dos horas en el trabajo y guardaba los biberones en la nevera del su trabajo, además de cargar con un bulto con hielo para llevarlos a su casa, la admire más.

He escuchado a muchas mujeres decir que no te debes dejar "manejar por los hijos", pero no creo que mi colega se haya "dejado manejar". Me hablaba con plenitud de ese proceso y, de paso digo, que es una profesional completa, una mujer inteligente que conozco desde al universidad y que es, además, madre soltera. Le habrá costado "sacrificio", claro que sí (que diría más bien, esfuerzo). Igual nos "sacrificamos" para hacernos de una carrera, para vivir donde vivimos, para lograr metas. Supongo que por amar y dar lo mejor de nosotras a nuestros hijos es igual.

Ella me dijo: sigue tus instintos y deja que igual lo haga tu esposo. Mi esposo es un hombre cariñoso y que en este proceso de embarazo no me ha dejado sola, y hablo de lo emocional y de la protección: besa la panza, le habla y canta a su hijo, me masajea los pies, hace quehaceres en la casa. Sé que nada de eso cambiará cuando nazca Fernando y sé que en este proceso haremos lo mejor por él.

No sé aun como será el horario de mi hijo, si dormirá de un tirón, sin necesitará tiempo para conciliar el sueño, ni que tiempo duré su cuna junto a mi cama. Pero si estoy segura de algo: no lo dejaré llorar sólo en una habitación hasta que vomite, y no negaré mi instinto de madre por simple egoísmo o comodidad. Desee tener este bebe y no lo trataré como una carga. Sé que no seré una madre perfecta ni quiero hacerlo, pero las teorías del doctor Estivill no tienen cabida conmigo.

En mi país, igual que en otro lados, el colecho se practica de manera silenciosa porque no es bien visto. Nadie lo dice en voz alta. Sé que muchas de las madres que conozco pegarán el grito al cielo si se enteran de la cantidad de madres que ahora conozco que lo hacen y no lo dicen, o simplemente mienten en público al respecto para evitar las críticas.

Tampoco soy extrema. No voy a parir en mi casa, pero si tengo para el próximo mes, cuando cumpla siete meses de embarazo, una lista de preguntas y decisiones que comunicarle a mi doctora para el momento del parto. No estoy en contra de que las madres den biberón, ni contra las que deciden no amamantar, sea por una razón física o filosófica.

No creo en misticismos sobre el parto ni sus dolores. No comulgo con la "new age". Lo veo como un proceso natural, evolutivo e instintivo de la especie a la que pertenezco, como mamífero que soy, y no ve voy a negar la atención médica que merezco y necesito, y que espero me respete en este proceso.

Dicho esto, agradezco a todas las madres en la red que hoy llaman la atención sobre el colecho, contra el doctor Estivill, pues me han regalado una visión más amplia, más cercana, más hermosa de pensar y racionalizar la crianza que me espera y de no sentirme culpable por seguir mis instintos, ni por pensar en acomodar mi vida a mi bebe y no lo contrario, de no sentirme "madre moderna" porque dejo a mi hijo llorar solo con tres meses en otra habitación.

Sé que mi vida cambiará, lo supe mucho antes de buscar un bebe y lo aceptó con amor y entrega, como viví cada etapa de mi vida y de mi soltería, y de mi vida de pareja. Porque eso es la vida, un cambio constante que regala cada color a tu paisaje, etapas, caminos. Ahora vivo este y me preparo para lo que sé será uno con muchos retos, pero seguro traerá muchas satisfacciones y momentos de felicidad, como los caminos que hasta ahora he recorrido.

martes, 26 de junio de 2012

Salud, embarazo y cobertura médica I

En la farmacia.

Tres cajas de pastillas (multivitaminicos, calcio y hierro) y una lata de proteínas. Camino a la caja.

- ¿Es con seguro?

-Sí

Minutos después.

-Señora, lo siento. Me dicen que solo le quedan 395 pesos de cobertura de medicamentos de su seguro.

- ... ¿sólo eso?

- Parece que ha gastado mucho...

- Estoy embarazada, es lógico que casi todos los meses compré medicamentos. Lo que no sabía que en seis meses de embarazo me quedaría sin cobertura...pero bueno, dígame cuánto es.

El chico hace la suma.

Saco el dinero. Me dice que me dará un 10% de descuento. Lo aplica. Le pago.

Conversando, vía redes sociales, con algunas personas me entero que con anterioridad la cobertura médica del seguro privado (pues en este República Dominicana la salud no parece ser responsabilidad del Estado y los trabajadores nos deducen para pagar pólizas privadas de salud, sin contar que nos deducen para el Seguro Social que no usamos) cubría de manera ilimitada los medicamentos para las embarazadas.

Otra persona me recomienda que gestione desde mi trabajo a ver si pueden darme una excepción, pero una amiga me advierte de antemano que ella averiguó al respecto y la respuesta fue que no se podía.

El bombillo de la preocupación se me encendió. ¿Y si esta cobertura incluye los medicamentos en el proceso de parto?

Comento la situación con el chófer de mi trabajo que me lleva de regreso a casa.

- Yo creo que sí. No debiste usar esa cobertura. Te van a dar tremendo tablazo en la clínica.

- No creo, porque es cobertura de medicamentos...pero tendría que averiguar, no vaya a ser que...

A la mañana siguiente llamó a mi aseguradora de salud.

- Buenos días, Clarisa le habla. ¿En que puedo servirle?

- Buenos días. Señorita, agoté mi cobertura de medicamentos de farmacia. ¿Esto afectará mi cobertura de medicamentos para fines de internamiento?

-No, claro que no. Son dos cosas distintas. Me puede dar su número de afiliado.

- Claro.

Un minuto después me dice lo mismo que me dijo el chico de la farmacia sobre el total de mi cobertura. De paso, aprovecho para preguntarle sobre el curso prenatal que imparte la aseguradora gratis. Me confirma que así es, pero que debo llamar y marcar el 5 para que me den los detalles.

Cuelgo.

miércoles, 20 de junio de 2012

¿Concebir te hace una mujer completa?

Anoche veía un programa del canal de NatGeo. "Sexo extraño", se llama. Uno de los casos me llamó mucho la atención.

La chica de 21 años había nacido con una condición muy rara. No tenia canal vaginal y su aparato reproductor es un especie de rompecabezas sin conexión. Nunca ha menstruado. Se enamoró y le contó de su problema a su enamorado. El la aceptó y por el bien de su relación ella decidió someterse a una operación que había fallado antes porque no siguió bien el tratamiento post operatorio. En la cirugía le construyeron un canal vaginal y resultó bien, muy bien.

Pero ya casados y felices vino la cuestión de saber si podrían tener un hijo. Mientras el doctor le explicaba, luego de examinarla y hacerle ecografías, sobre su imposibilidad de concebir a menos que no se sometiera a una costosísima operación reconstructiva, que de todas maneras no le daba garantías de nada, ella lloraba. Al final del reportaje, la pareja pareció decidir por una de dos opciones: un vientre de alquiler (pues sus ovarios al parecer funcionaban) o la adopción. La escena me remontó a un tema que he discutido antes: ¿Concebir te hace una mujer completa?

En nuestra cultura resulta común escuchar a la gente decirte: "serás una mujer completa cuando tengas hijos". En mi adolescencia me parecía algo normal. Eso eso debería ser...casarse, tener hijos. Con los años y la experiencia y los cambios entendí lo que esa frase significa. Una camisa de fuerza sin sentido.

Resulta que concebir no me hace completa ni especial. Ni siquiera me hace mujer. Ahora que estoy embarazada lo repito y sostengo con más fuerza. Y cuando vi a esa chica me convencí aun más. ¿Soy yo más mujer, más completa, porque puedo concebir y ella no? Por supuesto que no.

La reproducción es un hecho natural, biológico, predeterminado por la naturaleza evolutiva. Somos mamíferos y nos reproducimos de manera similar a otros mamíferos, incluyendo a las ratas que también lo son. No es algo que decidimos, es una capacidad que está con nosotros y que, en parte, es instintiva. Como "seres más pensantes" que los demás mamíferos y condicionados por lo social y lo cultural, hemos construidos códigos para decidir la forma, el tiempo y los ritos para la reproducción.

Pero hay casos en lo que por "errores de la naturaleza" estamos impedidos a seguir esta línea genética y evolutiva programada. Y cuando esto sucede a veces la imposición social nos hace sentir menos, nos quieren hacer sentir incompletos, como si la única función social y cultural de las mujeres fuera esa.

Pues no. Social y culturalmente decidimos, y eso incluye la reproducción. Muchas mujeres sin ningún impedimento físico para ello han decidido no parir. ¿Eso las hace menos que yo? No! Ni esa chica de ese reportaje que quizás, como he visto en otros casos, ha sido objeto de miradas de pena o de comentarios de "mujer incompleta". No.

Para mí, la completud de ser mujer es decidir sobre tu vida. Y si vamos a la maternidad, lo que para mí hace a una mujer valiosa no es la capacidad de concebir sino la de criar, de hacerse cargo de una criatura sea suya o no.

¿Acaso no es gigante el amor y el sentimiento de acogida y protección de una mujer que asume la crianza de un bebe que no parió? ¿No es maravilloso que sobre el instinto o la concepción social de ser madre biológica, ampares a un bebe para amarlo y darle un hogar que quizás su madre biológica no pudo o no quiso darle?

Mis respetos a aquellas que son capaces de ese amor, que a pesar del sufrimiento de muchas de tratar de concebir y no poder hacerlo, o de saber de antemano que no podrán nunca ser madres biológicas, hacen una decisión como la de adoptar un niño o niña y amarlos. Mis respetos a las que pese a la imposición social y cultural, y las criticas malsanas, deciden no parir porque saben que ser mujer no es solo eso ni se es solo para eso, y opta en libertad de ser para lo que sueñan o quieren como vocación en sus vidas.

Ellas son tan completas como yo.

jueves, 14 de junio de 2012

Nueva casa

Vivo desde ayer en un total desorden, que espero pronto vaya tornándose en orden.

El esposo y yo, y mi pancita, nos hemos mudado. Un espacio mucho más amplio y seguro para el bebe que viene en camino.

Muchos gastos. Y eso, que nos faltan los grandes sobre el bebe, aunque soy de las que quiere inscribirse en el club de "lo necesario para el bebe". En estos tiempos, y por lo que me he dado cuenta, existe un marketing feroz -como casi en todo- para que los futuros padres se embarquen en gastos innecesarios sobre cosas que no son tan necesarias para los primeros meses de un bebe.

Me gusta la nueva casa, que es específicamente un apartamento. El único problema son las interrupciones de luz, algo normal en República Dominicana, pero anormal para algunas zonas privilegiadas que tienen un sistema de 24 horas de electricidad. Y yo pase de ser una privilegiada a una paría de la electricidad. Ni modo, todo por un mejor espacio para Fernando.

Claro, andamos buscando soluciones para esto. Un inversor eléctrico. Más gastos, pero este si es necesario.

Por lo demás, el embarazo va bien. Parezco, como me han dicho, que me he tragado un balón de basketball o de fútbol. ¡Y cuanto se mueve!

Algo si extrañamente maravilloso me ha pasado en estos días. Como desde que se mueve ando vigilante de que siempre lo haga, en las mañanas una de las primeras cosas que hago es sentarme y ponerme la mano en la panza para percatarme de sus movimientos. Desde hace dos mañanas, cuando lo hago, le digo: "Fernado, buenos días. Mami te ama". Y, a seguidas, ¡se mueve! ¿Será que entiende que debe moverse para que sepa que está bien? Me parece algo increíble.





jueves, 7 de junio de 2012

Peso y embarazo

Las mujeres no salemos hablar de peso. Ese tema es como la edad.

En el embarazo el tema es mucho más espinoso. Las mujeres no quieren tocar esa tecla, a menos que no sea en la intimidad del consultorio. Haré un ejercicio contra femenino.

Antes de salir embarazada supuse que ganaría mis libras. Lo hice cuando me mude con mi esposo. De soltera no sobrepasaba las 138 libras (62 kilos) y tengo unos 5'11 de estatura (que es más o menos 1.80 metros). En los seis meses de convivencia,  y antes de la boda, pase a pesar 144 libras (65 kilos).

Y eran 144 libras que tenía cuando salí embarazada. Tres meses después pesaba 140 libras (63 kilos), gracias a los malestares que no me dejaban comer casi nada. Antes de irme a mi viaje a Alemania aumenté dos libras más. Normal, de acuerdo con mi doctora.

Pero mi susto fue ayer, en mi cita mensual. ¡Aumente 10 libras! (4.5 kilos)

Los panes, las papas fritas y las salchichas de alemanas hicieron su efecto. La doctora me miró con cara de reproche y me dio toda una cátedra de advertencias. Lo peor: era la primera vez que mi esposo iba a consulta conmigo y puso esa cara de papá corrector...

Ya más calmada en casa busqué información con relación al peso y al embarazo. De acuerdo con esta página, lo normal es aumentar entre 9 y 15 kilos en el embarazo (19 y 33 libras). Entonces, mi susto se alivio. De mi peso inicial a mi peso actual he aumentado 8 libras (3.6 kilos), por lo que creo que voy bien. Claro, comparado con mi último peso, de 142 libras, subir 10 es un mes no es lo recomendable.

Aunque para serles sincera, cuando me veo en el espejo y luego de saber que mi bebo pesa aproximadamente 1 libra y 7 onzas...se donde hay mucho de mi aumento. Eso sí, no me voy a descuidar. ¡A comer sano y no por dos!


sábado, 2 de junio de 2012

Viaje a Alemania y embarazo


Fui a Alemania.

Tres divinas semanas de una rica experiencia.

Mi querido bebo, Fernando, creció de un día para otro en esas tres semanas. Los periodistas que compartieron el seminario al que asistí en Alemania se convirtieron en los "tíos latinoamericanos" de Fernando. Anda ahora muy pendientes del desarrollo de mi embarazo.

Según los cálculos, ya tengo cinco meses. Me sorprende ver mi panza crecida. Y me sorprende pensar que llegará a estar más grande.

Fernando se mueve mucho, mucho.

En la próxima semana iré a mi cita. Veré que tal anda Fernando.

martes, 1 de mayo de 2012

Se movió

Anoche estaba acostada en la cama. Miraba televisión mientras mi esposo atareaba en la cocina, que para descripción se encuentra a pocos pasos de mí, pues vivimos en un aparta-estudio (que espero en junio ya nos hayamos mudado de él).

Me había pasado el día reposando, pues el mucho ajetreo por los preparativos del viaje a Alemania me pasaron cuentas. Este bebe parece decir: "Madre, hoy toca descanso, me has movido demasiado". Ya lo ha hecho varias veces. Tranquila estaba y casi dormitando cuando pasó...

Sentí una especie de ola interna. De unos segundos. Algo que se movió por un instante. Un pequeño temblor. "Se está moviendo", le dije a mi esposo. Vino corriendo, puso la mano donde le dije. Pero no lo sintió. Yo volvía sentir algo más tenue. Sé que era Fernando, el pequeñito Fernando.

Lo sentí. Se movió.


lunes, 16 de abril de 2012

Hermosa espera, pero...

Estado de buena esperanza, hermosa espera, época linda...

No es que vaya en contra de estos calificativos a la hora de referirse al embarazo. Cuando un bebe es deseado y concebido, la alegría es lo primero que te invade. Te sientes emocionada, responsable de algo bello, parte de la cadena que une a los seres humanos. Poesía, música...lo que entiendas como metáfora para sentirte.

Pero...si, hay peros. Ninguno de esos términos describe el cambio que se empieza a manifestar en tu cuerpo desde las primeras semanas de gestación y les aseguro que ni "buena esperanza", ni "hermosa" ni "linda" son buenas palabras para describirlo.

Pasé tres meses de nauseas. Nauseas constantes, permanentes, estacionadas. La sensación de que en cualquier momento iba a devolver hasta el aire que estaba respirando me acompañó durante casi trece semanas...en momentos más, en momentos menos. Odio vomitar, lo odio! Y no es que lo evite, pero es que esas nauseas eran eso...nauseas, nada más.

También tuve y tengo, ahora menos, un ataque adolescente de espinillas. ¡Horrible! Desde mis 16 años no me veía así. Me miraba al espejo y no lo creía. ¡Vaya! y yo que pensaba que jamás pasaría por eso otra vez.

Lo único que en el fondo agradezco fue haber rebajado seis libras en 12 semanas. ¡Pero como comer si tuve que esconder el pilón donde majo ajo! Todo, todo, todo me hiede. Y eso ha incluido a mi esposo...sí, a mi querido esposo. Desgraciadas hormonas.

Tengo tres meses sin cocinar, y de acuerdo a mi olfato, la huelga culinaria amenaza con extenderse por varios meses más. No puedo ver la carne ni cruda.

Ahora que las nauseas se han ido, el asco a disminuido y las espinillas remiten ha aparecido otro protagonista: la acidez.

Hermosa, linda, bella etapa...bueno, permitánme dudarlo. Lo peor es que me dicen que pronto, cuando la panza pase de los siete meses ya tendré más razones para quejarme jejejje

miércoles, 4 de abril de 2012

Es varón!

Hace dos semanas que sé que es varón.

Se llamará, si nace bien, Fernando.

Su papá, a pesar de que quería una niña, veía con emoción el monitor del ecografo. Ahí estaba el bebe, moviéndose mucho, molesto con el sonido del aparato. Dio la espalda después de enseñar lo que la doctora me explicó era su pene y su escroto.

Es un bebe que solo le falta crecer.

Las abuelas han aceptado con alegría el hecho de que no sea la niña soñada. De hecho, todos están que brinca de la felicidad y me tocan la pancita que ya se ve y le hablan a Fernando.

Desde el pasado fin de semana estoy manchando un poquito. La doctora me dice que no hay problema y me mando a mantener la progesterona. Parece que el afán del viaje de Semana Santa a Puerto Plata tiene que ver con el manchado.

Espero que todo siga bien, porque en unas semanas me iré a Alemania. No lo creo hasta ahora, pero aprobaron mi participación en un taller para periodistas en ese país y estoy que brinco de la emoción. Berlín por 20 días. Cruzo los dedos.