domingo, 24 de marzo de 2013

La competencia

Competir.

Hoy leía un artículo sobre el tema de la competitividad en la vida, y de cómo este afán está llevando a la gente a ser infeliz, a tomar caminos alejados de su esencia para mantener apariencias y de cómo esto también nos resta en la empatia con los demás.

El asunto de esta competencia, que lamentablemente se enseña hasta en las escuelas, tiene su lado agrio en la crianza y muchas veces caemos en ella sin percatarnos.

Desde el tema más elemental, como el de la alimentación de un bebe, hasta lo menos importante, como la moda de la ropita que le compramos, parecen volverse en metas que sacan más de una arruga a muchas madres.

Muchos comentarios se me hacen normales, donde me incluyo, en que el orgullo de madre hace que la cría de cada quien sea el centro del Universo. Madres que hablábamos hasta por los codos sobre los gorjeos de nuestro bebo de dos meses, o que parecemos dar una noticia extraordinaria cuando hablamos de los dos dientes que recién estrena el pequeño vástago. 

Pero existe otra esfera, otro mundo de "orgullo materno", en donde los comentarios sobre la crianza se vuelven en una especie de competencia contra viento y marea, que parece volver a los niños objetos, en artículos promocionales, en tarjeta de presentación de muchas madres.

Por ejemplo, el tema del desarrollo motriz. "Pero que raro, mi bebe gateaba a los cuatro meses". "¡¿Qué tiene diez meses y no camina?¡ Pero el mío lo hizo a los ocho meses". 

Son comentarios que no solo preocupan sin razón, pues todo niño sano tarde o temprano va a gatear y a caminar, pues no son funciones que se aprenden sino que son instintivas. ¡Todo el mundo termina por caminar, por favor!. Sino que tienen esa carga de que "mi niño es mejor, más adelantado, más más más...y el tuyo se quedó atrás".

Lo peor es cuando se inicia con el tema del aprendizaje formal. Recuerdo que empecé mi educación formal a los seis años. Hoy está de moda el asunto de la "estimulación temprana". Bebes menores de un año son llevados a centros para "estimular su inteligencia", claro, no es gratis. Usualmente esta "educación súper temprana" tiene un alto costo. Y vaya usted a ver como hablan muchas madres sobre este asunto, como si de eso dependiera que su hijo o hija terminará siendo presidente de la República o vendedor de agua de coco. 

Cuando me encuentro con este tema siempre me pregunto si Einsten, Pascal, Curie...tuvieron una "estimulación temprana costosa y en centros especializados". Me pregunto si es necesario que un bebe de menos de un año reciba estimulación para cosas que aprenden de manera instintiva y para aptitudes que desarrollaran con solo estar en la casa. 

Observo, por ejemplo, al bebo mirando como se mueven las cortinas, viendo los muñequitos de su sábana, tratando de atrapar un rayo de luz y patear el sitio exacto del botón que prende y apaga de ese bendita abejita que he guindado de su cuna, viendo lo que hago en la cocina mientras lo tengo en el cargador, observando a través del balcón el "mundo y sus ruidos"....¿no es estimulación? ¿Es necesario que pague un montón de dinero cuando los bebes son estimulados por su medio ambiente? 

En el tema de la lactancia es que el asunto se pone fuerte. Soy prolactancia y no creo que exista discusión alguna en afirmar que no existe ninguna leche mejor que la materna. No la hay. Repito NO LA HAY. Y punto. Sin embargo, los extremos son malos y ver mujeres que se asumen superiores porque lactan a sus hijos hasta los dos años, algo que no me parece extraordinario sino TOTALMENTE NORMAL, es algo que cansa. Y no hablo de las que apoyan con información la importancia de que todas las mujeres mamiferas podamos lactar...sino de las que te manda un correo por Gmail y al pie del mensaje lees: "Madre de tal, tantos meses lactando". 

Y si sigo no acabo...

¿Estamos tan mal que hasta  los bebes son objeto de nuestro ego competitivo? 

domingo, 10 de marzo de 2013

Hijo y sexo...o lo que se pueda

El martes pasado recibí un correo electrónico de mi esposo, cuyo asunto decía "Amor, jejejeje". El contenido del mail se resumía en un link, y el link me llevó a un artículo que hablaba sobre ninjas...perdón, sobre hacer el sexo como ninjas.

"A oscuras, rápido y silencioso", es la definición de hacer sexo como ninjas según el articulo que me envió el esposo-padre sobre la vida sexual de una pareja con hijos.

Me reí. Porque de verdad el asunto hay que tomarlo con gracia.

Contrario al embarazo, donde el sexo se vuelve súper durante el segundo trimestre y si gozas de esos embarazos de librito, como me tocó, aun con la panzota de 38 semanas puedes seguir disfrutando (aunque de manera limitada) el mundo el placer.

Pero después del parto, después del puerperio, el asunto cambia...drásticamente y te vuelves ninja, pero un ninja creativo.

Y sí, hay parejas que pasan más de un mes sin mucho de nada, y hasta más. Y sí, entre noches mal dormidas, preocupaciones de primerizos y el bebo en la teta queda poco lugar para el deseo.

En mi caso, y no es que voy a ser muy explicita (que intimidad es intimidad), el esposo-padre y yo nos hemos valido de paciencia, y una colchoneta. Sí, una colchoneta.

Resulta que cuando el bebo duerme (eso no tiene horarios ideales, y menos lo que desean los padres), y no estamos molidos por un día de doble trabajo (trabajo asalariado y trabajo no asalariado de niñeros y amos de casa) nos mudamos de habitación con la colchoneta a cuestas.

Y la colchoneta ha visitado la habitación del bebe (el duerme en la nuestra), la sala, la cocina y casi el pasillo.

Muchas veces es rápido, otras no. El silencio depende de la distancia en que estemos de la habitación donde duerme el vástago.

Eso sí, nunca ha vuelto a hacer lo que era antes, lo que sí...mucho más creativo.

Mi pregunta es ahora, ¿cómo será cuando cuando Fernando tenga un herman@?

Espero que la creatividad no se nos agote.