Fernando me abraza. |
A todas nos cambia la maternidad, pero lo hace de maneras distintas.
Para muchas es un camino que las hace mejor persona, o les plantea otro mundo que las satisface, que sienten que las completa, o las llena. Muchas son inmensamente felices, medianamente felices, más o menos felices.
Para otras la maternidad es un peso, una imposición que les hace la vida pesada, desgraciada, en ocasiones insoportable, que las hunde, que les enseña la lección de la resignación, del callar, del aceptar con poca felicidad.
Están las que ganan y las que pierden. A las que las alivia y a las que les duele. Las empoderadas, las miedosas, las tristes, las felices. O una mezcla de todo, en distintas dosis.
Están las arrepentidas, las madres de los hijos que mueren, de los hijos que matan a otros hijos. La madre sentada en el tribunal, el del condenado, el del sicópata o violento o violenta, del suicida. Del asesino o del asesinado. Las que esconden la cara, las que piensa que no debieron ser madres, que no supieron ser madres.
Las muchas del niño o niña que nunca va a sonreír, o decirle mamá o de los que no caminan, ni se valdrán por ellos nunca. Las madres del bipolar, del esquizofrenico, del retrasado mental, de los que nacen con enfermedades genéticas. Esas muchas que esconden su dolor, su impotencia y su desamparo con "es una bendición" y lo repiten como un mantra con el que quieren sanarse o sanarlos.
Las madres que nunca parieron, que criaron a los hijos e hijas de otros. A las que detuvieron su vida para amparar a los abandonados, a las que les llegó la maternidad por la vía menos esperada. A la que siempre le dirán "es como si lo hubieras parido" "madre es la que cría".
Están las que insisten, e insisten hasta que lo logran. Y las que insisten e insisten sin lograrlo. Y en ello, a las primeras, se les derrumba y reconstruye la vida. Y a las segundas, se les derrumba la vida para en la mayoría de las ocasiones construirla de otra manera.
Las solas, sin compañía. Y las solas acompañadas.
¿Felicitarlas? No sé.
Un deseo, sí. Que todas podamos ser a pesar de nuestras ganancias y perdidas.