Pero hoy dejo la lactancia fuera y agregaré algo de lo que a veces he carecido en la crianza de mi hijo: entender que cada niño tiene su tiempo.
Y no, no digo que no les enseñemos, pero vale apuntar que los niños (si no hay alguna imposibilidad de nacimiento) no son tontos y, me parece, vienen programados para aprender de su medio ambiente estén o no los padres presentes, que a veces tenemos complejos de "dioses omniscientes y omnipresentes" y nos vamos de bruces en esa pretensión.
Dormir juntos
El tema del colecho es uno de los que muchos asumen "en debate", algo que no le veo sentido. Usted duerme como quiere y con quien quiere, y acomoda a su familia en ese sentido por el bienestar del sueño. Se decide sobre ello y ya. Si se prefiere levantarse cada hora para "enseñar al niño a dormir" y pasar la mala noche y dejarlo llorar hasta que casi vomite...pues no estoy de acuerdo, pero es su decisión. Si tiene un niño o niña que "saber dormir" desde que nació, pues felicidades. Ninguna situación familiar sobre el sueño fuera de la mía es mi incumbencia. Pero siempre resultó que mi decisión sobre la manera de dormir en casa parecía ser incumbencia de muchos.
El asunto es que el colecho me salvó de morir de falta de sueño, facilitó la lactancia con mi hijo y me ha regalado los mejores momentos en familia. Tuve mis dudas al principio, por eso investigué, y me pareció la decisión más normal del mundo, acomodada a mis circunstancias familiares.
Así el padre y yo fuimos alternando y modificando el colecho en la medida del desarrollo del sueño de nuestro hijo. Tuvimos hasta hace poco la cuna en la habitación de nosotros. En sus primeros meses no durmió en ella de noche, a veces lo hacia en un cunero hasta que ya no cupo allí. Con el tiempo lo hicimos a medida de nuestro sueño. Dormíamos los tres juntos o lo mudabamos a su cuna si se dormía primero que nosotros, o luego lo traíamos devuelta a la cama cuando despertaba.
No, no afectó nuestra vida sexual. Y no, no daré detalles de ello. :p
Con dos años y medio le compramos su cama. Solía hacer sus siestas ahí, en su habitación. Hace pocos meses pintamos y decoramos la habitación quitando los motivos de bebé y nos decidimos a que empezará a dormir solo, viendo que al parecer Fernando estaba listo para el cambio ya con tres años. Lo retrasamos un poco hasta que la "sicologa de pesadilla" nos llamó la atención al respecto. Fue lo único bueno que sacamos de esa consulta: decidir la mudanza del lugar del sueño de Fernando.
Para nuestra sorpresa, el primer día durmió sin despertares hasta el otro día. Después de la primera experiencia, los siguientes días también fueron manejados como manejamos el colecho: al ritmo de nuestro hijo. Cuando se despierta en la madrugada y me llama, vamos a verlo. La mayoría de las veces solo quiere que lo abracen un rato y nunca se lo negamos. Me suele tomar de la mano o abrazarme un brazo y vuelve a quedarse dormido a los pocos minutos. Unas pocas veces me duermo con él sin darme cuenta, pues estoy muy cansada o somnolienta. Otras veces el papá lo lleva a nuestra cama. Otras veces no nos volvemos a ver despiertos juntos hasta el otro día.
Eso sí, en las mañanas siempre llama o va a nuestra habitación, se sube o lo subimos a la cama y ahí vuelve a dormirse un poquito más o nos despierta para que nos levantemos.
Así el colecho se ha ido espaciando, al ritmo de Fernando. Sin gritos, sin lloros, sin pleitos, sin sufrimientos innecesarios, sin malas noches. Todas las noches han sido buenas.
Hacer pipí
Recuerdo que un día una madre me dijo que ella despertaba a su hijo varias veces en la madrugada para ponerlo a hacer pipí. "Así es que aprenden". Yo no tenía planeado enseñarle de esa manera.
Leí sobre el tema. Entendí que ningún niño asume el tema de ir al baño cuando no está ya preparado, y que en eso unos lo hacen antes que otros. Desde los dos años de edad de Fernando compré un adaptador para el inodoro y una bacinilla...y desde esa época traté de que mi hijo entendiera lo de la pipí y la "caca", como él le dice.
No valía nada. Claro, él avisaba pero cuando ya había que limpiarlo. O se quitaba el pañal o los calzoncillos con sus desastrosas consecuencias, aunque hay que señalar que en muchas ocasiones sus pañales con "caca" los llevaba al baño, botaba su contenido en el inodoro y le daba a la palanca.
Pues bien, hace exactamente tres semanas hoy que Fernando se encontraba sentado viendo televisión después del almuerzo. Desde hace meses, cuando llega de la escuela, le quito el pañal y le pongo un calzoncillo. Resulta que de repente se pone de pie y toma el pasillo que lleva la baño. Curiosa lo sigo con la mirada.
Abrió la puerta. Levantó las dos tapas del inodoro. Se bajó los calzoncillos y...¡Guala! Hizo pipí sin que nadie le dijera nada, sin obligarlo. Así de simple. Y lo mejor es que halo la palanca y bajó las tapas.
A mí se me aguaron los ojos. Un año en eso y él, cuando lo decidió, lo hizo. Y lo mejor es que no lo ha dejado de hacer.
Aun trabajamos con la "caca", pero creo que se avanzará pronto en ese proceso.
Y al escribir esto lo vuelvo a aprender, porque siempre se me olvida, a su tiempo los hijos nos enseñan que son quienes son, diferentes no solo a nuestros organigramas y prejuicios y dudas y demás si lo dejamos alimentar su espacio de personalidad, sino tan acertados en hacernos entender el valor del tiempo cuando es el tiempo.