jueves, 30 de agosto de 2012

La tribu

Me acostumbré, desde mi adolescencia, a tratar de tener el control de mi pequeño mundo, de mis cosas. Pasó así porque tuve que asumir responsabilidades de adulta cuando no me tocaba, eso pienso. Y recuerdo verme con catorce años haciendo diligencias para escribirme en el liceo, sin más compañía que la mejor amiga que tenía en ese momento.

Esto tiene su lado bueno y su lado no tan bueno. En mi caso, me creo una independencia temprana, aprendí a sortear dificultades que luego me permitieron ser apoyo de otras personas, me hizo más reflexiva. Pero...pero, también te hace vulnerable a creerte perfecta, a tener poca aceptación cuando las cosas no marchan como quieres o como entiendes que tu esfuerzo o deseos lo merecen. Te crea una concha para repeler el mundo, a veces a costa de tus propios sentimientos.

Tuve un poco de todo eso, de lo bueno y lo malo. Con el tiempo, y la adultez, maduras con más tranquilidad y te das cuenta de que la vida es vida, de que las cosas no dependen siempre de ti, pero sí siempre depende de la manera en como la asumes.

El embarazo te vuelve sensible, vulnerable, dentro de una fuerza que te hace vivir ese momento. Pero el punto más importante no es que te hace así ante la vida, sino ante ti misma. Ahí caben todas esas preocupaciones, afanes y desbordamientos maternales de las primerizas. Y en este momento, no hay algo que valga más que la tribu.

¿Qué es la tribu? Pues la madre, mi madre que tuvo tres niños por parto natural después de cumplir 30 años.  La abuela, mi abuela, que parió siete, cuatro de ellos en su casa, que vio morir a uno de sus hijos antes de que cumpliera los tres años. La hermana, mi hermana, que es madre soltera, que ha asumido la crianza cien por cien de mi sobrino. De las amigas, todas las amigas madres, que han pasado ese proceso de ser primerizas, que entienden por lo que pasas, que ha superado depresiones post parto. Esa es la tribu.

En estos días en que me desbordo, en que me he sentido algo atrapada pensando en gastos no tan necesarios, en que a veces quisiera agarrar la tarjeta de crédito y comprar de todo, de todo...las voces de la tribu me dan sus sabios consejos. Me han dicho que el bebo en sus dos primeros meses necesita, más que cualquier lujo, un lugar donde dormir, la ropita necesaria que dejará desde que empiece a engordar, alimentación, pañales y mucho amor. Que nada de las mil cosas que te quieren "meter por ojo, boca y nariz" la publicidad de las tiendas de bebes son, en su mayoría, necesarias. Que hay cosas que pueden esperar, y que se hacen paso a paso.

Entonces pienso en la cuna que compartimos mis tres hermanos. Pienso en lo que mi abuela me cuenta de la crianza de sus hijos pequeños, hasta de una tía que cuando nació no tenía nada más que la toalla donde la envolvieron, de mis amigas resolviendo con lo importante, con el bebo durmiendo en el coral o en el moisés en lo que se juntaba en dinero de la cuna.

También cuando me hablan de sus partos, de sus experiencias, de como enfrentaron sus primeros momentos de madre. Y sabes, al verlas, al conversar con ellas, que tú también eres parte de esa tribu de madres y que, al igual que ellas, saldrás adelante.

Que me disculpen los promotores de los cursos prenatales, pero prefiero mil veces los cursos de esta tribu.

2 comentarios:

  1. Muy chulo Argénida. Espero leer más de sea tribu. Un abrazo!

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    1. Gracias por tus chulerías. Ya te mantendré al tanto de la tribu.

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