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domingo, 22 de mayo de 2022

Es feliz

Casi con diez años.

Buscando opciones para su aprendizaje, que el sistema escolar en República Dominicana no le interesa incluir a niños con discapacidades de ningún tipo, así que toca a los padres asumir también la educación formal que el Estado no quiere ni tiene interés en cubrir.

Gozando un mundo con verlo crecer.

Confiando en sus competencias.

A punto de sacarlo del mundo de ABA (eso da para una cátedra de experiencia personal)

Aprendiendo mucho de los adultos que fueron niños como él.


lunes, 12 de octubre de 2020

Ocho años

 Diré, escribiré, lo que dicen y escriben la mayoría: el tiempo pasa volando.

Fernando tiene ocho años y ha sido una aventura verlo crecer, una muy distinta a la que pude imaginar. 

Este año, en especial y como todos y como en todo, ha sido más difícil. No por él, ni por mí ni por su padre, sino por lo que todo el mundo padece, un nuevo coronavirus que ha puesto a la humanidad medio de cabeza.

Fernando, como a todos, le ha afectado esta "nueva realidad". Hay días en que no me canso de pensar lo que realmente ha significado para él pasar meses en casa aislado de lo que era su rutina, de la novedad de salir con mascarillas a la calle, de que su madre le lea un cuento en que le habla de un virus. 

Él no pregunta tanto como antes, se ha vuelto más introspectivo, y supongo que al igual que la mayoría, y porque lo veo accionar así, ha buscado refugio y evasión en su tableta, en Minecraft, en la novedad de una mascota en casa y en pensar, como vagamente recuerdo que piensan los niños: que todo está bien mientras gires alrededor de tu lugar seguro. Porque la dimensión y el peso de lo que vives en tu niñez se hace presente en tu no niñez. 

Así llegó el lunes pasado a los ocho años, en un mundo que cambio más rápido que de costumbre, el mundo de su escuela, de las profesoras, de sus terapias, del parque. Aunque para esta fecha ya algunas cosas se han acomodado a una nueva rutina, como unas clases a distancia que recibe en su salón de clases, y la novedad de sus prácticas de natación.

A pesar de los miedos de madre por su futuro, su presente es, y confió que así sea, luminoso. 

Y por supuesto, agradezco a ese presente luminoso el aprendizaje a través de mi hijo. 



domingo, 31 de mayo de 2020

La superficie y la maternidad

Cada año el tema de la celebración del Día de las Madres toma en mí un sentido más lejos de la superficie. Más allá de las felicitaciones, de las flores, de los saludos y las lágrimas en lejanía por la pandemia, de los regalos, de los mensajes en las redes sociales.

Hace unas dos semanas atrás, una madre mató a su hijo. Lo empujó a un canal para que se ahogara. Falló a la primera, lo logró a la segunda. Ambos intentos el mismo día. El niño era autista, tenía 9 años. Hace pocos días leía como una pareja de esposos "devolvían" a un niño que adoptaron, abrumados según la madre adoptiva, ante los cuidados que necesitaba, de los cuales no habían sido informados con claridad, esto a pesar de que pidieron dinero para él a través de las redes, lo volvieron una "celebridad" igual que sus otros hijos y convirtieron su adopción en una especie de reality show. El niño adoptado, y "devuelto" para que otra familia lo adopte, tiene autismo.

Ayer vi una publicación en Facebook. Señalaba lo que el terapeuta del niño asesinado decía de la madre. El niño la obedecía, la seguía. Reitera lo que otros dijeron, era buena madre. Pero agregó algo. La madre mantenía la niño siempre en las terapias, constantes terapias y actividades, y no permitía que regresará antes de ninguna de esas terapias y actividades. Supongo, uno supone, llega la cuarentena y no hay donde mandar por horas a ese niño, ni terapias ni actividades. Es tu hijo contigo, 24 horas. 

¿No había lazos ya? ¿Estaba tan desconectada ella de su hijo, de lo que era, que cuando lo tuvo todo el día, de manera constante, era para ella solo un extraño y vio su condición como algo que podía más que ella, de algo que lo tenía que librar? 

La noche del sábado leía sobre la familia que "devolvió" al niño. La familia perfecta, los hijos perfectos. Una familia de revista, rubios y ojos claros, con una gran casa, con una madre enseñando a ser mamá en las redes, como hacer mil manualidades, como decorar habitaciones. Lindas fotos de revista de ella, sus hijos y su esposo. Imágenes, comentarios, enseñanzas que generaban dinero, promoción y dinero.

¿Era ese niño "devuelto" solo el vehículo para decir "somos tan padres que podemos ser padres de un niño que no es nuestro hijo y que, además necesita cuidados especiales"? ¿Un niño "especial" para ser más especiales? ¿El niño objeto de recaudaciones, de cuidados en las redes, que al final era demasiado especial como para seguir siendo especial con él? 

Es raro, lo sé, ver entre tanto amor esta falta de amor, este cuestionar la maternidad. Nos enseñan a no cuestionar la maternidad. No al hecho biológico de procrear, sino a lo que envuelve, afecta, martilla, impone, moldea, amplia y estrecha la maternidad. 

¿Debemos cuestionar, examinar, diseccionar la maternidad que acogemos y nos acoge? ¿Qué somos como madres en el contexto en que somos madres? ¿Qué es ser madre cuando ser madre significa desconectarte de un sueño de cómo ser madre? 

No romantizemos la maternidad, escribí temprano en Twitter. Y ahora cierro el Día de las Madres enfrentándome a los espejos y pensando en el momento en que mi hijo irá a despertarme, con un beso. 

viernes, 7 de febrero de 2020

Las grandes alegrías de las pequeñeces

Cuando estaba embarazada de Fernando, hace siete años que me parecen que han pasado volando, imaginaba las conversaciones largas que tendría con mi hijo, un "filosofar" con sus preguntas, un responder a sus inquietudes.

En esa época había olvidado que desde mi niñez aprendí que la vida y sus sucesos casi nunca van dispuestos al detalle de nuestra fe y deseos. Esos caminos se tuercen de muchas maneras para llegar a lugares que nunca jamás imaginamos y así me vi un día en el consultorio de una psicóloga infantil que me explicaba una condición en mi hijo, y con sus palabras se iban derrumbando, o al menos en ese momento, eso sueños que atesoré mientras acariciaba mi panza. 

Pensé en un nunca. Luego vino el duelo, después pasó el duelo, vino el camino torcido de mi maternidad que me llevó al lugar nunca jamás imaginado, al momento de tener una conversación telefónica con Fernando.

En su vocabulario de sustantivos y verbos con pocos conectores, hablamos de que ha hecho en mi ausencia, por teléfono, de que juega basketball, que tocó en su piano ("También piano, mami"), que dibujó ("Lápices y sacapuntas y hojas, mamá"), que se ha portado bien con su tía Adeline ("¿Te has portado bien con tía Adeline?" - "Sí").

Tal vez para algunos padres es algo que no atañe ninguna elemento extraordinario eso de las conversaciones, el "filosofar, el responder preguntas. 

Pero para mí... para mí es la gran alegría de la pequeñez.


sábado, 12 de octubre de 2019

Siete años



Hoy (el 5 de octubre), por encima de toda tristeza y tribulación personal, es un día muy feliz, demasiado feliz para mí.

Mi hijo cumple años.

Fernando llegó a mi vida antes de nacer. Lo desee, lo busqué y lo amé desde el momento uno que me lo colocaron sobre la panza cuando dí a luz.

5 de octubre de 2012, a las 5:25 de la tarde.

Un parto apurado, sin medicación ni nada porque no dió tiempo a nada (ahí descubrí que parezco tener un umbral del dolor amplio).

De todos los recuerdos que guardo, la mayoría borrosos y trastocados, sé que nunca olvidaré la primera vez que mis ojos se cruzaron con los de él, en mis brazos, y como se quedó mirando mi rostro, como diciendo "por fin te veo la cara, mamá".

Al Fernando, el que acuné en mis pensamientos antes de que naciera, se fue años después. Fernando nació otra vez, en abril de 2016. Era en ese entonces el mismo bebé que parí, pero sé convirtió en el hijo real ese día, en que no solo entendí quién era, sino que comprendí que una madre y un hijo nacen muchas veces y de muchas maneras, y que la única resurrección posible es la de aceptar desde el amor.

Fernando es feliz y lo sé. Sus "te quiero, mamá". Sus abrazos, su risa, sus pleitos de adolescente precoz, de los que se tira en la cama con la cabeza entre la almohada luego de estrallar la puerta de la habitación porque mamá le dijo que no ahora, que esto no lo puede usar o porque tiene que hacer algo que no quiere, sus "falta mamá", sus "¿Estás bien?"... Es una expresión de lo amplio que se vuelve su mundo.

Ser su mamá ha sido toda una ruleta rusa. Supungo que él tendrá sus quejas en algún momento de mí. Lo que sí sé es que al igual que esa primera vez que lo acuné y me observó con esos ojos de niño que encontró su lugar, y yo lo mire con la sonrisa más amplia de mi vida, siempre nos reconoceremos y nos sabremos unidos por algo que esta mujer de muchas palabras jamás podrá describir.

jueves, 23 de mayo de 2019

El niño crece

Soy yo.
Un tiempo sin escribir sobre esto de ser mamá.

Fernando crece.

Lo veo y recuerdo mi propia niñez, ya tan borrosa, marcada por esta vida de adulta.

Fernando ahora no tiene ese peso. Es un niño con mucha energía, que ha avanzado bastante en su camino de ser como es, como la azarosa decisión de la vida, fortuita, sin cartas marcadas, decidió que tendría que ser.

Pregunta ("¿Qué es eso, mami?). Bromea. Me da besitos y me dice "te quiero" para ablandarme y obtener lo que quiere.

Le gusta el basketball y parece jugarlo bastante bien.

Sabe sumar cifras pequeñas, escribir su nombre, escribir mamá, papá, castillo...

Repite y repite los capítulos de Masha en Netflix, también los de Peppa Pig. Dejó atrás su obsesión por las intro de las películas (¡Menos  mal!).

Casi todas las madrugadas se levanta, cruza el pasillo, y se sube a la cama de mamá y papá.

Es feliz, sin duda. Es amado y nos ama.

Mientras sigo pensando en su futuro, el sigue viviendo el presente con un frenesí que a veces me hace desear que no crezca. Pero crecerá.

Y yo con él, de alguna manera.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Fe

Observarte sentado, aplaudiendo. Señalar al Santa Claus, seguir las instrucciones de tu profesor, enseñar el carro de juguete que te regalaron, sonreír por tu regalo, posar para la foto (sólo sonrisas para las foto de mamá), dejarte pintar globitos en el cachete izquierdo.

Despedirte de tus compañeros, con mucha efusividad, eso sí, pero tratando de decir sus nombres de manera correcta, abrazar a algunos.

Expresar tu cariño por los que siempre están alrededor de ti, pedir abrazos, dar besos espontáneos. Decirles sus nombres.

Ver la palabra oso y leer "oso".

Irte a dormir con Mickey porque tu papá te dijo que es tu compañero de sueño y ahora te acompaña a dormir. Llevarlo contigo a la cama de papá y mamá, donde pasas a dormir las últimas horas de la madrugada como todos los días, en el feliz abrigo de tus padres.

Responder de qué color son tus zapatos, el cielo, el plato, el vaso, la silla.

Dibujar a las niñas de tu escuela rodeadas de flores, dibujar casas, niños entrando a la casa, dibujar el sol, las nubes.

Buscar la luna en la noche, señalarla y decirme. "Luna".

Tomar mi mano y esperar que los vehículos pasen para cruzar la calle. Observar el exterior desde un autobús.

Darme besitos para que te dé el móvil...

Que tu profesora me diga que tomaste los exámenes, tus primeros exámenes escolares, sin mucha ayuda.

Pedirme que te lea.

Decirte "vamos a bailar" y que tome mis manos y empieces a mover los pies y la cadera, sonriendo.

Escuchar tus buenas noches y tus buenos días.

Saber que cada día, paso a paso, construyes un puente con el mundo, tu mundo.

Fe... fe en ti.

domingo, 25 de marzo de 2018

Escuchar su voz

Después de su nacimiento y verlo sonreír, lo que más me ha emocionado es escuchar su voz.

Una voz que llegó tarde, confusa, algo incomprensible, con los días se va haciendo más clara, más suya.

Su tono de voz me parece hermoso. Canta, tararea, repite diálogos de los programas de televisión, lee palabras que reconoce, intenta formar una oración. Le voy señalando y describiendo objetos, animales, situaciones, lugares, sentimientos...las señaló, los describo y le digo como se llaman. Él repite, incorpora una palabra a su limitado vocabulario. Y sigo señalando, describiendo y nombrando, y él sigue repitiendo y, de a poco, incluyendo.

"Abrazo", dice, mientras me abraza. "Mucho", cuando le pregunto cuánto me quiere. "Mamá", "Mami", me llama.

Es dulce su voz. Una especie de capullo que se abre tan lentamente, tan esforzadamente, pero a la vez, tan contentivo de belleza, de la inesperada belleza que anhelas, que deseas, y que él va logrando a expensas de mis anhelos y mis deseos.

Su voz, escuchar su voz. Una llave.


viernes, 26 de enero de 2018

Sobrevivir en tu carne

La perspectiva es inevitable en la vida. Cualquier plan, proyecto o meta se alimenta de ello, de ese mirar futuro lleno de ilusión, pero también matizado por nuestros sesgos, prejuicios, deseos y realidades.

La perspectiva es soñar.

Ser padres y madres no escapa de eso. Ponemos en perspectiva nuestros deseos sobre ese niño o niña. No es malo, claro que no, pero si alimentamos sin control ese deseo no solo nos va a devorar, sino que convertiremos a ese niño o niña en un presa destinada a ser devorada.

En mí primó el deseo de no desear más allá que salud y amor para mi hijo. La salud es un tema en que mis deseos no han sido del todo correspondidos. El amor, por el contrario, ha sido superado en mis deseos. Sin embargo, mi hijo es una presa, pero no de su padre ni de mí, sino de ese circulo  alrededor que antepone deseos, proyecta perspectivas, sobre mi hijo.

Conozco esa sensación en carne propia. Y observo, con dolor y a veces con hastío, como mi hijo también la sentirá.

No, no sueño con proteger a mi hijo de todo y de todos. Mi amor hacia él es grande pero limitado. La primera conciencia que tuve al ser madre es que mi hijo no me pertenecía, por más egoísta que fue la decisión de tenerlo. Y pensar en ello en principio es una lucha, una contradicción al deseo, a la perspectiva. Pero algo me ayudó a entenderme en esa lucha: mi hijo no es un plan, ni un proyecto, ni una meta.

Mi hijo es quien es, desde lo que es, a pesar de lo que desee yo u otra persona.

Mi mayor lucha, entonces, ha sido sobrellevar las perspectivas de los demás entorno a mi hijo, lo que incluye las comparaciones con otros niños en parecidas o distintas situaciones (no, la gente nunca entiende que ningún niño es igual a otro, aun siendo hermanos, aun siendo gemelos, aun teniendo la misma enfermedad, color de ojos...y un largo ecetera). Esto también incluye desplantes, comentarios diversos, algunos hirientes, recriminaciones, desdén... y por el bien del entorno decides pasar estas "atenciones" por alto, aunque te hagan mella.

La cuestión ahora, mi cuestión, en enseñarle a mi hijo de alguna manera a sobrevivir a todo eso, que estará siempre en su vida, porque aunque sus padres no asuman proyecciones exageradas y presiones fuera de lugar sobre él, otros lo harán, y lo compararán, y lo menospreciarán, y no lo comprenderán.

Confiar en mi hijo. ¿Se confían en los hijos? Pues sí, confió en mi hijo, y el amor hacia él que me enseñó, primero, a renunciar a su ilusoria posesión, y en la medida del tiempo también me enseñó a despedir el deseo y la perspectiva idealizada del hijo, y enterrar a ese hijo idealizado entre lágrimas y duelo, y me enseñó a esperar "al tercer día" su resurrección en el hijo real que me abraza. me mira a los ojos, que dice "mamá" o "mami", que llega a mi casa jugando a buscarme y me abraza cuando me encuentra, y que de a poco se descubre ante mí, ante los demás, aunque muchos de esos demás quieren que sea otro que no es, y siguen amarrados al deseo, a sus perspectivas, a sus comparaciones, a sus comentarios, algunos hirientes, a sus recriminaciones...

Lo lamento por ellos, en cierta manera, porque se pierden al niño que es mi hijo, al real, y creo que algunos nunca tendrán la suerte de conocerlo.

Y si es como dice su padre, el esposo, que tiene mi carácter, entonces pasará lo que pasó conmigo.

Sobrevivirá en su carne. 

jueves, 5 de octubre de 2017

Cinco años

Fernando cumple cinco años.

Mucho que decir de este viaje con mi hijo desde que nació, algo que creo estoy logrando con un poemario que trato de escribir sobre esta experiencia.

Sin duda, estoy feliz. Verlo crecer, saberlo fuerte, retador, afanoso en superar sus propios límites me pone aire bajo las alas.

Les comparto un fragmento de un poema que escribo y que se llama "Voz en el desierto", y que habla de la llegada de Fernando a mi vida.



"Dejo dicho/quizás lo necesites en una noche sin luna/que primero fue mi mano en tu espalda pequeña/que segundo, tus ojos en mis ojos asustados/que tercero, tu puño en mi dedo índice izquierdo/y luego/mis huesos pulverizados y vueltos a formar".

lunes, 5 de junio de 2017

Llanto por el hijo llegado

Foto: Argénida Romero
Deseamos los hijos. ¿Deseamos los hijos?

¿Queremos algún tipo de hijo? ¿Nos decepcionan los hijos? ¿Queremos que nuestros hijos sean lo que queremos o lo queremos como son?

En la pasada Feria Internacional del Libro escuché un poema, en un recital. Un poema que por un tiempo busqué pero del que solo había encontrado un fragmento.

El poema lo escribió una mujer. Se llamaba Carmen Natalia. No tuvo hijos, pero habló del miedo de tenerlos, al menos eso creo. Su poema se llama "Llanto sin término por el hijo nunca llegado".

Lloré cuando lo escuché completo. Lloraba por el hijo que sí llegó.

En un momento me sentía ahogada por el llanto, sobrecogida, ahogada en la angustia de ser madre. Carmen Natalia, que murió hace cuarenta años, que nació hace cien años, que nunca me conoció, a quien nunca conocí, dio voz a mi angustia de madre. Sí, porque existe la angustia de ser mamá, mas cuando sabes que has tenido que aprender a ser la madre que nunca esperaste ser.

Cuando sabes que eres la madre a la medida de tus hijos, y no al revés.

¿Se hace más problemático ser madre ahora que antes? No lo sé. Pero se que hay silencios que no sabes como traducir, pero que llega una mujer, una mujer que habla de su angustia de no ser madre, de su miedo, de su renuncia, y el silencio se te convierte en un grito hondo que te derrumba, y luego te da la mano para levantarte.

Y lo ves, aunque a veces lo olvides, sobre la angustia se puede navegar, y llegar al puerto donde siempre te puedes poner de pies, y si tienes suerte, encontrar las manos, las voces, que le den hogar a tus silencios.

Hice un vídeo del recital, no es muy buen vídeo, pero creo que se puede apreciar el poema.


lunes, 5 de octubre de 2015

Ya tiene tres años

Dicen siempre que los niños crecen rápido.

Al parecer este no es un axioma absoluto. En mi caso, mi hijo ha crecido a la medida del tiempo, sin prisas ni lentitudes.

Esta madre ha vivido con intensidad el crecimiento de su hijo, sin lamentos del sin tiempo o del poco tiempo. Y cada día, y cada semana y cada mes, y cada uno de estos tres años junto a él me han regalado suficiente luz para no caer en las sombras.

Es un pequeño tan mío en la misma medida que es ajeno a mí. Dualidad de dar para que sea lejos de mí, y de él darme sin saber que puede sembrar en mí.

Tres años de abrazos, de besos, de lágrimas, de decisiones, de admiración, de ruptura, de amor bobo, de amor furioso, de apatía.

También tres años de lactancia, un proceso que pensé no llegaría hasta aquí, pero que aun sigue ante la mirada extrañada y cuestionadora de muchos, y también ante la admiración de algunos. Ya sus tomas son pocas, pero debo agradecer todo lo que mi lactancia me ha enseñado sobre los lazos de amor y apego, y del desapego amoroso que encamina (aunque muchos no lo crean).

Ha sido un día de cumpleaños raro, lo es cuando es lunes y todos estamos inmersos en trabajos, deberes y también el cumpleañero está en escuela. Pero ha sido un día hermoso, lleno de recuerdos bonitos del día en que nació mi hijo y con él otra mirada a la vida.

Fernando crece y yo lo miro crecer. Y también suele ser al revés. Agradezco eso cada día.

Globos para volar, quizás.



lunes, 15 de diciembre de 2014

Destete nocturno I

La lactancia ha sido uno de los espacios más satisfactorios de mi maternidad. Me alegro haberme decidido por ella. Sé que he dado algo muy importante a mi hijo.

Desde el principio tuve claro que la lactancia entre mi hijo y yo sería un asunto entre mi hijo y yo. Contra todas las opiniones, inclusive la del pediatra (que de lactancia sabe lo que yo sé de física nuclear o cuántica), lleve mi lactancia viento en popa. Y aun hoy, con mi hijo de dos años y dos meses, es una lactancia disfrutada...excepto en las noches.

Mi hijo, supongo que por un asunto de herencia, es bastante alto para su edad y con un peso que ya sobrepasa las 30 libras. De madrugada, cargarlo media dormida cuando despertaba y se sentaba en la cuna a pedir teta...estaba haciendo mella en mí. Sobre todo porque mi horario laboral es tarde-noche. Llego cansada y siempre me acuesto sobre las 11 de la noche.

Así que sopesando que ya el Fernando tiene dos años y que la lactancia nocturna se me estaba convirtiendo en un sacrificio (no creo en amor sacrificado) y ya me estaba afectando físicamente...decidí la semana pasada iniciar un destete.

Fernando pasó ya por un destete brusco en mi viaje a Barcelona. Retomó la teta cuando volví, con tanto ímpetu que volví a pasar por las grietas en los pezones por varios días. Sé que el sufrió mucho ese destete brusco. La teta no es solo alimento, es lazo, apego, confort, amor. Así que pensé hacer este proceso de la manera más respetuosa posible. Me han contado formas horrendas de hacerlo. Una de las que más me impactó me la relató una chica que me arreglaba las uñas: se untó los pezones con hiel de pollo...

Mi hijo no tiene un gran vocabulario, es casi nulo. Pero entiende todo. Así que pensé en decirle que la teta duerme de noche y ante sus seguras quejas, pues añoñarlo lo más que pudiera.

Primer día. Se despertó tres veces. Me sentaba y le decía "la teta está durmiendo. Vamos también a dormir". En la primera despertada hubo llanto de...dos minutos y se durmió. En la segunda, pataleo acostado y se durmió. A la tercera lo mismo que la segunda. A las siete de la mañana despertó, vio la luz del sol y dijo "teta" y la teta buscó.

Segundo día. Un pataleo inicial con un poco de llanto. Durmió sin despertar más hasta las seis y media de la mañana. Vio que era de día y sonriente buscó su teta.

Tercer día. Lo mismo que el segundo.

Cuarto día. Un madrugada difícil. Cuando despertó por primera vez no valió nada. Lloraba y lloraba. Su papá se acostó a su lado. Trataba de abrazarlo y lo rechazaba. Se me acercaba y le decía que no y volvía el llanto. Así que lo cargué y empecé a hablarle mientras lo mecía caminando de un lado al otro. Le explicaba que la teta dormía, pero que también mamá necesitaba dormir, que lo seguía amando aunque la teta no estuviera ya de noche, que desde que el Sol saliera la teta iba a despertar, que mamita llegaba cansada y necesitaba descansar. Sé que mi niño no entiende esas razones adultas, pero mi voz lo tranquilizó y se durmió. Lo acosté a mi lado y dormimos el resto de la madrugada. Claro, al abrir los ojos lo primero que busca es a su querida teta.

Quinto día. Igual que el segundo y el tercero.

Sexto día. Dos despertares. Un poquito de quejas. Mucho abrazo, mucho beso, mucha caricia y a dormir.

Así vamos.

Eso sí, en la mañana temprano todos los caminos conducen a su teta. No se la niego, para nada. Pero claro, el mundo está ahí y el quiere conocerlo, entonces la teta se olvida por ratos largos. Va al patio del residencial, camina conmigo a ver los animales de una casa cercana (sí, en plena zona urbana mi hijo disfruta ver ganzos, patos, vacas...), va al mercadito, recoge palitos del piso, juega, curiosea con las plantas, con los espejos en que se ve reflejado...y mira hacía atrás va ver si estoy.

Se hace independiente.

Lactancia disfrutada :)
Aquí les dejo algunos apuntes sobre el destete, desde la página web de la Alba Lactancia Materna: El destete

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Aprendizajes

La vida de madre es un pequeño manicomio.

Les confieso que en ocasiones he deseado no tener un trabajo formal, que pueda trabajar desde casa para disfrutar y sufrir a mis anchas mi maternidad. Pero eso no es una posibilidad. La verdad es que el agotamiento habla por mí cuando hago estas reflexiones. Y luego, en un sentimiento bipolar, sueño con el día en que Fernando esté en la escuela y vuelva a tener un espacio del día, las mañanas, para...respirar. Y confieso que este último pensamiento es del que me desdigo más rápido.

Pero para ser sincera uno no se imagina lo que es criar un niño hasta que no lo tiene, sea por que lo engendre o lo adopte. Los niveles de energía, curiosidad, empoderamiento de su individualidad (leáse pataleos) y sus constantes brotes de alegría y euforia amenazan la paciencia de cualquiera. En este punto siempre me pregunto que tan dispuesta estoy de criar desde él y no desde mí. Y el asunto no es tan fácil como decir que sí o que no.

El asunto de enseñar límites, en empatizar con ese pequeño que me roba el corazón pero que en más de una ocasión me pone la capacidad de explotar al límite, es una tarea constante. A veces le grito, a veces le doy una nalgada, a veces solo me queda agarrarlo del piso para que en medio de un pataleo no se de un golpe. Y respirar.

Aprendizajes.

Me detengo y pienso en que también fui una niña de su edad, con pataleos incluidos. Es difícil imaginarse ahí, pero si interrogo a mi madre estoy segura que me dará detalles de mis travesuras, de mi energía y de mis brotes de alegría e euforia.

También lo veo y sé que toda esa energía del "Terremotico", así le dice el padre, es señal de que es un niño feliz, de que es un individuo que se desarrolla con esa normalidad física que deseamos todos los padres del mundo, y que a mí a y a su padre nos toca canalizar, acoger y dar espacio.

Verlo todos los días "saltar con algo nuevo", perseguir y observar cada insecto que se le cruza en el camino, reír a carcajadas mientras ve su programa preferido en Baby TV, escucharlo en un monologo con sus juguetes y otras mil maravillas no solo me enternece, sino que me hace constar lo rápido que pasa el tiempo, lo pronto que cumplirá dos años y lo distinto que es al bebé que cargué por primera vez el 6 de octubre del 2012.

Y lo veo correr y mirarme de lejos, decidir que puede explorar lejos de mí, y sé que ni los brazos ni las tetas, aun lo lacto, han provocado nada de lo que algunos auguraban. Pero también me hace ver que este "Terremotico" es una persona tan diferente a mí, algo que espero no olvidar. Saber que Fernando tiene y tendrá sus propias alas, sus caminos, sus caídas y sus renaceres.

Y todos los días, todos, Fernando me enseña no solo a que hay un momento para sonreír, que puedes aprender a no explotar, a saber que si es posible criarlo desde él a pesar de que a veces me desdiga con un grito o con una nalgada, sino que también me enseña a recordar la olvidada facultad de ver la vida con curiosidad cada día.

Con todo y mi pequeño manicomio.

¿Ven? El me enseña que me puede dar la comida también.

viernes, 8 de agosto de 2014

Bonita Semana por la Lactancia

Han pasado cosas lindas esta Semana Mundial de la Lactancia.

Muchas publicaciones en todas partes del mundo que han visibilizado la lactancia, en camino de buscar normalizarla, de no asumirla ni como extraordinaria, ni como una cruzada contra nadie, sino todo lo contrario: la manera natural de alimentar a un bebé y que le da todo los nutrientes que necesita.

Necesaria labor para salvar a muchos niños pobres de la malnutrición, para que los presupuestos de las familias no sean gastados en leches de formulas que no necesitan y en detrimento de una mejor alimentación para la madre y su hijo o hija. Una semana necesaria para desnudar las malas prácticas de las empresas que venden formula, de los pediatras que son parte de esta estructura que engaña, mal informa y empobrece a las familias a costa de una mejor salud para los niños.

De desenmascarar a  muchas personas que quieren convertir el trabajo de informar sobre la lactancia en un negocio, auspiciado precisamente por las empresas que buscan que la lactancia sea la excepción y no la regla normal, natural. Personas que hasta se hacen pasar por lo que no son.

Feliz porque muchos medios se hicieron eco de bonitos llamados, como las lactancias sincronizadas que fueron realizadas esta semana. Una organizada por la Comisión Nacional de Lactancia Materna con apoyo de la Liga de la Leche y otras instituciones, y una segunda realizada el domingo en Agora Mall con las madres de la Liga de la Leche.

También el Listín Diario dedico toda la semana a la publicación de una serie sobre Lactancia Materna. Recomiendo encarecidamente leerla completa y compartirla. Aquí les dejo las imagenes de portada de todos los textos publicados por el periódico Listín Diario. Para leer el texto en su página le dan un click a la imagen.






martes, 15 de julio de 2014

De regreso

Fernando y yo desde la lejanía.

Hace dos semanas regresé de Barcelona.

Extrañé a morir a mi hijo. Verlo a través del computador era un poco estresante, creo que para ambos. Eso sí, su padre y su abuela lo hicieron feliz, sin lugar a dudas. No tuvo problemas de apetito, ni se enfermó por ausencia de mamá.

Claro, me contaron que los tres primeros días fueron difíciles, hasta que pareció procesar la ausencia larga de mamá. Tuvo su episodio fuerte de rabieta cuando se lo llevaron de la casa a la ciudad de su abuela, a la casa de mi suegra, en Puerto Plata. Algo que asumí como normal, pues el cambio de ambiente puede, entiendo, crear esa resistencia y los niños no hablan ni se expresan como un adulto, sino como lo que son, niños.

Todos los días en Barcelona tuve contacto con mi hijo. A veces me aplaudía, me tiraba besitos. Otras veces no quería ver la pantalla, se irritaba. Eso sin contar que el pequeño banco de leche que logré hacerle se agotó antes de las dos semanas. No quiso otra leche, algo que también vi como obvio, pero su apetito no mermo.

Días antes de regresar, el esposo me expresoó el temor de que quizás Fernando no me recibiera con mucha emoción, debido a la lejanía.

Pasó todo lo contrario.

Su sonrisa de oreja a oreja. Su abrazos y su cabeza pegadita a mi pecho. No hubo manera de que se despegará de mí hasta que se durmió en los brazos de su padre, pues tenía un "pleito con su mami". En un momento, esa noche, buscó bajo mi blusa y miro con extrañeza, diría, los senos. Y en un primer momento parecía que había olvidado como alimentarse de ellos. Desde el día siguiente en adelante el apego fue con creces y hasta me lastimó los pezones.

Tras dos semanas, Fernando parece haber hecho constancia de que su madre no se irá otra vez tanto días.

Ahora estoy en un proceso de destete nocturno. Mi decisión se debe a que me parece que está listo para vivir ese proceso de destete nocturno y porque ya no se me hace cómodo y no pretendo, entonces, continuar con una lactancia nocturna que no disfruto y que me me incomoda. Han sido dos noches algo difíciles porque Fernando exige, pero le canto y lo acaricio y se van dejando vencer por el sueño. A ver como seguimos.

P.D. Mi proyecto de "365 días con Fernando" continuó viento en popa durante mi estadía en Barcelona.

Fernano de paseo fotografiado en Barcelona.

jueves, 5 de junio de 2014

Un niño independiente

El domingo me voy de viaje. Estaré tres semanas lejos de Fernando y el esposo.

Se imaginen que desde hace días ando con la tristeza de la futura ausencia metida entre los huesos. Es la primera vez que estaré tanto tiempo lejos de mi hijo. También extrañaré mucho al esposo, sin duda.

Cada vez que tengo oportunidad, en estos días, me como a besitos a Fernando. El se ríe al carcajadas y me mira, esa mirada tan hermosa.

He hecho un mini banco de leche, para que al menos no me extrañe tanto en las noches. Ojalá la quiera tomar fuera del envase original. Se quedará con su abuela paterna, a quien quiere y con la cuál congenia de maravilla, y su papá, ambos tienen una relación hermosa, única. Esto me tranquiliza. Se que estará feliz aunque me extrañe.

Y lo sé porque su abuela, un día en el que salí bien temprano en la mañana y regresé hasta en la noche utilizó una bonita frase para informármelo. "Fernando es un niño muy independiente". Me dijo esto luego de detallarme el día de Fernando sin mamá, de sus juegos, de como comió, de que hizo dos siestas y no una, de sus brincos frente a la televisión y sus intensa curiosidad.

Un niño independiente...y pienso en las advertencias porque aun le doy la teta, porque el esposo y yo lo pasamos a la cama en la madrugada, porque le doy todos los brazos que quiere, lo cargo cuando va a la cocina a extenderme los brazos. Y resulta que "a pesar de todo eso" es tan independiente como cualquier niño de su edad, que puede pasar un día sin mamá sin que le de una "crisis nerviosa por el apego". Es más, creo que precisamente el apego le ha dado esa independencia que algunos advirtieron que no tendría porque "está muy apegado a mamá".

Sé que me va a extrañar, sobre todo en las noches, pero sé también que los brazos de papá los tendrá sin ningún reproche ni medida. Y los de la abuela ni se diga, da gusto verlos juntos.

Cosas de la vida. Cuando tenía unos meses menos de los que hoy tiene Fernando me separé de mis padres por un poco más de un año. No puedo evitar traer esto al presente. Lo bueno para mi hijo es que no tendrá que cambiar de país, ni separarse de su papá.

Y bueno, a ver como la llevo yo.

jueves, 27 de febrero de 2014

Niño sano y carcajadas nocturnas

Este es un post con dos asuntos, ambos felices para esta madre.

Desde el jueves pasado Fernando tuvo un proceso de diarreas e inapetencia. No hubo vómitos, ni fiebres (con excepción de una el miércoles en la noche que pareció ser el anuncio de lo que venía). Padres primerizos y asustados, mi esposo y yo llevamos a Fernando el sábado a una emergencia cuando nos dimos cuenta que tenía muchas horas sin orinar.

La doctora de emergencias revisa su garganta, toma su temperatura corporal. Fernando lloraba a todo pulmón. Me dice que es probable que este deshidratado y me dice: "Vamos a ponerle un suero". La frase me sorprendió. ¿Un suero? ¿Canalizar a un bebé para un suero, un bebé que no tiene ni fiebre, ni está decaído ni está vomitando? Su razón, cuando le dije que por qué no le indicaba un suero oral, me sorprendió más: "¡Ah! Es que a estas horas las farmacias están cerradas". Mi esposo y yo nos miramos y le respondimos: "No se preocupe, hay farmacias de 24 horas".

Receta en mano. Compramos el suero y otro medicamento para su flora intestinal. Redoblamos la ingesta de agua, pero lo que más quería era que le amamantara. Así que cada vez que quería, pues le lactaba. Desde el jueves su mayor fuente de alimentación fue la teta. El domingo, una amiga doctora me recomendó un coprológico. El resultado: muchas bacterias.

El martes, ya con Fernando mucho mejor, llevo el resultado a su pediatra. Cuando ve el coprológico se sonríe y me dice "Su hijo no tiene nada grave. Es normal que tenga esos episodios. No se preocupe". De paso le enseño unas analíticas de control que me envió a hacer en la cita de hace un mes y que no había tenido chance de llevárselas. "Todo bien. Su niño está muy sano. Felicidades, mamá". Y sonríe.

Tuve deseos de decirles tantas cosas, pero me contuve. Resulta que no le hice caso cuando me dijo que le quitará la teta a mi hijo con ocho  meses, precisamente lo que no rechazó en ningún momento cuando se sintió enfermo. Nunca le di hierro, nunca le he dado vitaminas...un niño sano lactado no necesita ni una cosa ni la otra. Pero solo le devolví la sonrisa.

Ahora les cuento un episodio que me lleno el corazón de mariposas.

Mi esposo y yo "medio colechamos". Me explico: Fernando se duerme y lo ponemos en su cuna, que está en nuestra habitación. Puede durar tres, cuatro, cinco horas durmiendo de corrido y despierta, y lo pasamos a la cama. Resulta que lunes en la madrugada medio me despierto y en lo que me vuelvo a acurrucar escucho a mi hijo reírse a carcajadas. Me acerco para ver si está despierto, pero no. Está riendo a carcajadas profundamente dormido. Me lo quería comer a besos.

Niño sano y feliz, tan feliz que hasta ríe a carcajadas durmiendo. No puedo pedir más.


sábado, 5 de octubre de 2013

Feliz cumpleaños, Fernando


Porque desde que llegaste mi vida cambió, otra vez.

Porque me has regalado la dicha de rebelarme contra mi misma.

Porque tu sonrisa y tu balbuceo son el mejor soundtrack que haya podido escuchar.

Porque tus pequeñas manos han acariciado las pequeñas manos que tuve, hace 31 años atrás.

Porque tu niñez ha sanado mi niñez.

Porque no sé hasta cuando estemos juntos, pero mientras lo estemos de algo estoy segura...

Te amo.

Los preferidos de Fernando. Los Muppets

P.D. Hoy también celebro otro aniversario. Un día como hoy, pero hace cinco años, el esposo y yo nos dimos el primer beso. O mejor dicho, le robé el primer beso al esposo. Una causalidad para Fernando, que tan ocurrente como parece ser, se le ocurrió venir al mundo en un día tan especial para sus padres.

viernes, 5 de julio de 2013

Nueve meses dentro...nueve meses fuera

Hoy, el bebo cumple nueve meses.

Supongo, aunque no se hacer el cálculo, que es casi el mismo tiempo que permaneció dentro de mi panza. Digo supongo porque alcance, según mis cálculos, las 40 semanas.

Al alcanzar esta edad se supone también que el bebo ha hecho su proceso de gestación exterior o exterogestación. Aquí les comparto lo que significa: Los segundos nueve meses.

Gatea, se pone de pie y camina agarrado del mueble, de las sillas...de lo que sea. Hace "solitos": se pone de pie y juega a permanecer así hasta que puede.

Dice "papapapapapapapa". Y ve a su papá y le dice "papapapa papap papapap". Nada de decir mamá, ni mami.... También le ha dado por balbucear un lenguaje propio que no logro descifrar. Aunque hay una palabra que creo saber que es: "eche".

Sonríe. Sonríe mucho.

Esta en la plenitud "de la angustia del octavo meses". Ama estar pegado a mí. Hace dos días empezó a poner cara de tristeza cuando me voy trabajar. No lo había hecho antes. Claro, la tristeza se le cura enseguida con su titi Damaris, sin contar que la abuela está en casa. Cuando llego en las noches del trabajo se me lanza como cohete y la sonrisa no le cabe en la cara.

Ama también a The Muppets. Sé cual será la decoración de su primer cumpleaños (que fiesta no haré, pero el bizcocho no se quedará).

Soy atea, pero los preparativos del bautizo por parte de sus abuelas (que tiene dos de parte de padre, la abuela abuela y la abuela tía) están en proceso. Me dicen que hasta habrá tarjetas de invitación. Y no, no voy a negarme a que lo bauticen, aunque hubiera preferido que no lo hicieran...porque soy atea. Pero no pretendo iniciar una "guerra" familiar por un bautismo. Recuerden que el bebo es hijo de Argénida, pero también del esposo :)

Y, claro, la lactancia sigue viento en popa.

Y bueno, que decir más que...

"soy feliz,
soy un hombre (mujer) feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad".