Soy yo. |
Fernando crece.
Lo veo y recuerdo mi propia niñez, ya tan borrosa, marcada por esta vida de adulta.
Fernando ahora no tiene ese peso. Es un niño con mucha energía, que ha avanzado bastante en su camino de ser como es, como la azarosa decisión de la vida, fortuita, sin cartas marcadas, decidió que tendría que ser.
Pregunta ("¿Qué es eso, mami?). Bromea. Me da besitos y me dice "te quiero" para ablandarme y obtener lo que quiere.
Le gusta el basketball y parece jugarlo bastante bien.
Sabe sumar cifras pequeñas, escribir su nombre, escribir mamá, papá, castillo...
Repite y repite los capítulos de Masha en Netflix, también los de Peppa Pig. Dejó atrás su obsesión por las intro de las películas (¡Menos mal!).
Casi todas las madrugadas se levanta, cruza el pasillo, y se sube a la cama de mamá y papá.
Es feliz, sin duda. Es amado y nos ama.
Mientras sigo pensando en su futuro, el sigue viviendo el presente con un frenesí que a veces me hace desear que no crezca. Pero crecerá.
Y yo con él, de alguna manera.