Hubiese preferido que siguiera cuidado en casa hasta empezar la escuela en septiembre, con casi tres años. O quizás con cuatro años el próximo año. Pero no había de otra. Lo bueno, creo, es que esta separación del hogar empezó a los dos años y no antes.
El primer día, el lunes de la semana pasada, me volví un mar de lágrimas cuando lo dejé. Jamás pensé que me iría a afectar tanto. Llegué a casa y llamé al esposo casi sin poder hablar, compungida. ¡Vaya drama!
¿Fernando? Cuando llegó a la puerta se soltó de mis manos y se fue corriendo a jugar y brincar. Jamás se molestó en ver donde quedó mamá. Así fue la situación hasta el miércoles. Todo cambió el jueves.
No quería entrar. Me miraba con cara triste y dio unos pasos lejos de la portón. Miró hacia atrás y me reclamó en su idioma irreconocible. Entré y se apuro a seguirme, pero abrazado a mis piernas. No quería soltarme hasta que vio una pelota que picó su primo Sebastián. Me escabullí.
Pero el viernes no hubo pelota que valiera. Lloró y lloró. Y el corazón se me apretó y se me puso chiquito.
Ayer y hoy, lunes y martes, su tristeza empezó antes de llegar, a una esquina de distancia. Se tapó el rostro con sus dos manos y se detuvo en el portón, me miró con cara de tristeza como diciendo "¿Esto es todo los días, mamá? Se queda medio triste en un rincón.
Claro, la historia es diferente cuando el papá lo va a buscar. Lo encuentra jugando, brincando, gozando un mundo con sus amiguitos.
La separación nunca es fácil. Ni siquiera por unas horas. Sé que Fernando es un niño con cierta independencia, normal y adecuada para su edad, pero es un niño que aun necesita apego, compañía, de sus padres. Es normal su llanto, es dolor por el lazo que nos une, no manipulación.
Pero ahí está, jugando y saltando. Quizás ahora empieza a hablar, que es una preocupación para mí, pues a su edad aun no habla, no verbaliza una oración que se entienda. Creo que estar tiempo con otros niños, interactuando lo ayudará. De hecho, en estos días está tratando de armar palabras y ya entiendo algunas como "aquí" "allá" dentro de su "lenguaraje". Si no mejora en este tema después de los dos años y medio, que los cumple en abril, lo llevaré a evaluar.
A ver como seguimos con este proceso.
Ni idea de lo que estaba jugando, pero hay cuerda de por medio. La foto la tomó el padre. |