Desde el principio tuve claro que la lactancia entre mi hijo y yo sería un asunto entre mi hijo y yo. Contra todas las opiniones, inclusive la del pediatra (que de lactancia sabe lo que yo sé de física nuclear o cuántica), lleve mi lactancia viento en popa. Y aun hoy, con mi hijo de dos años y dos meses, es una lactancia disfrutada...excepto en las noches.
Mi hijo, supongo que por un asunto de herencia, es bastante alto para su edad y con un peso que ya sobrepasa las 30 libras. De madrugada, cargarlo media dormida cuando despertaba y se sentaba en la cuna a pedir teta...estaba haciendo mella en mí. Sobre todo porque mi horario laboral es tarde-noche. Llego cansada y siempre me acuesto sobre las 11 de la noche.
Así que sopesando que ya el Fernando tiene dos años y que la lactancia nocturna se me estaba convirtiendo en un sacrificio (no creo en amor sacrificado) y ya me estaba afectando físicamente...decidí la semana pasada iniciar un destete.
Fernando pasó ya por un destete brusco en mi viaje a Barcelona. Retomó la teta cuando volví, con tanto ímpetu que volví a pasar por las grietas en los pezones por varios días. Sé que el sufrió mucho ese destete brusco. La teta no es solo alimento, es lazo, apego, confort, amor. Así que pensé hacer este proceso de la manera más respetuosa posible. Me han contado formas horrendas de hacerlo. Una de las que más me impactó me la relató una chica que me arreglaba las uñas: se untó los pezones con hiel de pollo...
Mi hijo no tiene un gran vocabulario, es casi nulo. Pero entiende todo. Así que pensé en decirle que la teta duerme de noche y ante sus seguras quejas, pues añoñarlo lo más que pudiera.
Primer día. Se despertó tres veces. Me sentaba y le decía "la teta está durmiendo. Vamos también a dormir". En la primera despertada hubo llanto de...dos minutos y se durmió. En la segunda, pataleo acostado y se durmió. A la tercera lo mismo que la segunda. A las siete de la mañana despertó, vio la luz del sol y dijo "teta" y la teta buscó.
Segundo día. Un pataleo inicial con un poco de llanto. Durmió sin despertar más hasta las seis y media de la mañana. Vio que era de día y sonriente buscó su teta.
Tercer día. Lo mismo que el segundo.
Cuarto día. Un madrugada difícil. Cuando despertó por primera vez no valió nada. Lloraba y lloraba. Su papá se acostó a su lado. Trataba de abrazarlo y lo rechazaba. Se me acercaba y le decía que no y volvía el llanto. Así que lo cargué y empecé a hablarle mientras lo mecía caminando de un lado al otro. Le explicaba que la teta dormía, pero que también mamá necesitaba dormir, que lo seguía amando aunque la teta no estuviera ya de noche, que desde que el Sol saliera la teta iba a despertar, que mamita llegaba cansada y necesitaba descansar. Sé que mi niño no entiende esas razones adultas, pero mi voz lo tranquilizó y se durmió. Lo acosté a mi lado y dormimos el resto de la madrugada. Claro, al abrir los ojos lo primero que busca es a su querida teta.
Quinto día. Igual que el segundo y el tercero.
Sexto día. Dos despertares. Un poquito de quejas. Mucho abrazo, mucho beso, mucha caricia y a dormir.
Así vamos.
Eso sí, en la mañana temprano todos los caminos conducen a su teta. No se la niego, para nada. Pero claro, el mundo está ahí y el quiere conocerlo, entonces la teta se olvida por ratos largos. Va al patio del residencial, camina conmigo a ver los animales de una casa cercana (sí, en plena zona urbana mi hijo disfruta ver ganzos, patos, vacas...), va al mercadito, recoge palitos del piso, juega, curiosea con las plantas, con los espejos en que se ve reflejado...y mira hacía atrás va ver si estoy.
Se hace independiente.
Lactancia disfrutada :) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario