Fernando y yo desde la lejanía. |
Hace dos semanas regresé de Barcelona.
Extrañé a morir a mi hijo. Verlo a través del computador era un poco estresante, creo que para ambos. Eso sí, su padre y su abuela lo hicieron feliz, sin lugar a dudas. No tuvo problemas de apetito, ni se enfermó por ausencia de mamá.
Claro, me contaron que los tres primeros días fueron difíciles, hasta que pareció procesar la ausencia larga de mamá. Tuvo su episodio fuerte de rabieta cuando se lo llevaron de la casa a la ciudad de su abuela, a la casa de mi suegra, en Puerto Plata. Algo que asumí como normal, pues el cambio de ambiente puede, entiendo, crear esa resistencia y los niños no hablan ni se expresan como un adulto, sino como lo que son, niños.
Todos los días en Barcelona tuve contacto con mi hijo. A veces me aplaudía, me tiraba besitos. Otras veces no quería ver la pantalla, se irritaba. Eso sin contar que el pequeño banco de leche que logré hacerle se agotó antes de las dos semanas. No quiso otra leche, algo que también vi como obvio, pero su apetito no mermo.
Días antes de regresar, el esposo me expresoó el temor de que quizás Fernando no me recibiera con mucha emoción, debido a la lejanía.
Pasó todo lo contrario.
Su sonrisa de oreja a oreja. Su abrazos y su cabeza pegadita a mi pecho. No hubo manera de que se despegará de mí hasta que se durmió en los brazos de su padre, pues tenía un "pleito con su mami". En un momento, esa noche, buscó bajo mi blusa y miro con extrañeza, diría, los senos. Y en un primer momento parecía que había olvidado como alimentarse de ellos. Desde el día siguiente en adelante el apego fue con creces y hasta me lastimó los pezones.
Tras dos semanas, Fernando parece haber hecho constancia de que su madre no se irá otra vez tanto días.
Ahora estoy en un proceso de destete nocturno. Mi decisión se debe a que me parece que está listo para vivir ese proceso de destete nocturno y porque ya no se me hace cómodo y no pretendo, entonces, continuar con una lactancia nocturna que no disfruto y que me me incomoda. Han sido dos noches algo difíciles porque Fernando exige, pero le canto y lo acaricio y se van dejando vencer por el sueño. A ver como seguimos.
P.D. Mi proyecto de "365 días con Fernando" continuó viento en popa durante mi estadía en Barcelona.
Fernano de paseo fotografiado en Barcelona. |
Desconocía totalmente tus circunstancias personales. Sabía de tu viaje a España pero ignoraba todo lo que rodeaba a tu hijo Fernando. Ahora sé que todavía lo amamantabas. Eso no es normal en Europa, al menos en España donde se les da hasta los tres meses, eso quien lo hace. Me alegro de vuestra mutua alegría al reencontrados tras este paréntesis dilatado. La primera vez que me separé de mi hija cuando tenía seis meses me pareció que no me reconocería de nuevo, que no me querría... La alegría ha tenido que ser muy hermosa. Me alegro de tu visita a España y de tu vuelta tan llena de alegría, conocimiento y ganas de volver con Fernando y tu esposo. Un cordial saludo.
ResponderEliminarHola, Joselu.
EliminarSi allá es una rareza, aquí es casa una anormalidad. Tenemos la tasa más baja de lactancia de toda América Latina. Y bueno, ya me comentas de tu separación, así que ya sabes como anduve, con el hijo en la cabeza y con el miedo de que me rechazará cuando volviera, pero los niños son así de inmensos, no tienen esos parámetros que concebimos los adultos.
Te confieso que lamento no haber reparado en que vives en Barcelona, me hubiese encantado conocerte en persona. Pero espero estar una próxima vez por allá.
Abrazos.