jueves, 27 de febrero de 2014

Niño sano y carcajadas nocturnas

Este es un post con dos asuntos, ambos felices para esta madre.

Desde el jueves pasado Fernando tuvo un proceso de diarreas e inapetencia. No hubo vómitos, ni fiebres (con excepción de una el miércoles en la noche que pareció ser el anuncio de lo que venía). Padres primerizos y asustados, mi esposo y yo llevamos a Fernando el sábado a una emergencia cuando nos dimos cuenta que tenía muchas horas sin orinar.

La doctora de emergencias revisa su garganta, toma su temperatura corporal. Fernando lloraba a todo pulmón. Me dice que es probable que este deshidratado y me dice: "Vamos a ponerle un suero". La frase me sorprendió. ¿Un suero? ¿Canalizar a un bebé para un suero, un bebé que no tiene ni fiebre, ni está decaído ni está vomitando? Su razón, cuando le dije que por qué no le indicaba un suero oral, me sorprendió más: "¡Ah! Es que a estas horas las farmacias están cerradas". Mi esposo y yo nos miramos y le respondimos: "No se preocupe, hay farmacias de 24 horas".

Receta en mano. Compramos el suero y otro medicamento para su flora intestinal. Redoblamos la ingesta de agua, pero lo que más quería era que le amamantara. Así que cada vez que quería, pues le lactaba. Desde el jueves su mayor fuente de alimentación fue la teta. El domingo, una amiga doctora me recomendó un coprológico. El resultado: muchas bacterias.

El martes, ya con Fernando mucho mejor, llevo el resultado a su pediatra. Cuando ve el coprológico se sonríe y me dice "Su hijo no tiene nada grave. Es normal que tenga esos episodios. No se preocupe". De paso le enseño unas analíticas de control que me envió a hacer en la cita de hace un mes y que no había tenido chance de llevárselas. "Todo bien. Su niño está muy sano. Felicidades, mamá". Y sonríe.

Tuve deseos de decirles tantas cosas, pero me contuve. Resulta que no le hice caso cuando me dijo que le quitará la teta a mi hijo con ocho  meses, precisamente lo que no rechazó en ningún momento cuando se sintió enfermo. Nunca le di hierro, nunca le he dado vitaminas...un niño sano lactado no necesita ni una cosa ni la otra. Pero solo le devolví la sonrisa.

Ahora les cuento un episodio que me lleno el corazón de mariposas.

Mi esposo y yo "medio colechamos". Me explico: Fernando se duerme y lo ponemos en su cuna, que está en nuestra habitación. Puede durar tres, cuatro, cinco horas durmiendo de corrido y despierta, y lo pasamos a la cama. Resulta que lunes en la madrugada medio me despierto y en lo que me vuelvo a acurrucar escucho a mi hijo reírse a carcajadas. Me acerco para ver si está despierto, pero no. Está riendo a carcajadas profundamente dormido. Me lo quería comer a besos.

Niño sano y feliz, tan feliz que hasta ríe a carcajadas durmiendo. No puedo pedir más.


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