Empecé a trabajar dos días antes de que el 2012 terminará. Todo un cambio luego de pasar casi tres meses solo dedicada a ser madre, si otro oficio que no fuera ese.
Me alegro de que a pesar de comprar leche de fórmula ante el temor de no lograr ordeñar leche suficiente de mis senos (no puedo guardarla en grandes cantidades porque en República Dominicana lo habitual son los apagones prolongados) no ha sido necesario usarla. Hoy le dejé en la nevera 14 onzas de leche y me acabo de ordeñar en el trabajo ocho onzas que tengo guardadas en un telmo con hielo (o mejor dicho, con dos pañales desechables mojados y congelados. Más efectivo que el hielo).
Les confieso que me siento feliz de reintegrarme a mi trabajo. Amo lo que hago. Amo ser periodista con todo y que es una carrera bastante cuesta arriba. Pero no les miento si les digo que me hace falta estar con mi gordo, abrazarlo, besarlo, jugar con él. Lo bueno es que está en buenas manos. Lo va cuidar la esposa de un tío de mi esposo y lo mejor es que lo cuidará en casa. Además, mi hijo es un bebo con suerte. Estará con su madre toda la mañana hasta las dos de la tarde y luego con su padre a partir de las siete de la noche.
Así que además de la alegría de iniciar el año con una familia de tres, estoy feliz de hacer el esfuerzo de continuar con la lactancia. Ando con mi ordeñador en la cartera y mis bolsitas. Estoy dispuesta a ordeñarme aunque este cubriendo una sesión en el Congreso de la República.
A todos los que me leen, lo mejor para estos próximos 365 días.
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