Llegué abrumada y triste a la consulta de una ginecóloga amiga.
Ella, al igual que las demás personas a la que consulté el caso, me dijo que para nada era necesaria la cesárea. Contrario a mi ex doctora, me revisó y confirmo que el canal vaginal estaba libre de cualquier lesión.
Tuvimos una conversación larga sobre ética médica. Decepcionante escuchar algunas cosas.
Cuando casi me decidía a confiar mi parto a esta amiga doctora, me informa que para mi fecha probable de parto estaría de viaje. Lo que me dejaría en manos de otro doctor, en caso de que ella no estuviera. A eso se le sumó que también ella cobra honorarios fuera del seguro médico. Mucho menos que mi ex doctora.
Salí del consultorio dispuesta a quedarme con ella y asumir que probablemente me atendería otro doctor. Muchas dudas y tristeza. Pensé que por lo menos, y contrario a mi ex doctora, ella estaba a favor de un parto natural, a meno que hubiera alguna complicación, y bueno...6 mil pesos menos era mucha diferencia.
Confieso que no era mi situación ideal, pero con 37 semanas de embarazo mis posibilidades eran pocas.
Pero el día siguiente, un sábado, recibí una llamada que cambiaría el curso de las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario