Foto tomada de "Mi camino a ser mamá". |
Antes de entrar al área de cirugía note que uno de los bebés lloraba mucho. Mucho. Había una sola enfermera en el cunero. Tenía un niño en brazos y trataba de acunar el bebo que lloraba a todo pulmón en una de las cunitas.
Y no, no era de noche, que es la excusa que se usa para los cuneros porque "hay que dejar descansar a las madres". Eran las 2:00 de la tarde.
Cuando llega otra enfermera y la que estaba en el cunero se acerca al área donde estoy le pregunto porque los bebés no están con sus madres. "Es que aquí se ponen en el cunero y las madres vienen por ratitos". Cuando le dije que lo mejor para un bebé sano es que esté con su madre, en su piel, y trabajando por establecer la lactancia desde las primeras horas de vida, me miró en silencio y luego me dijo: "creo que debería ser así, sí. Pero aquí se hace así".
Volví a escuchar el llanto desesperado del bebo. La otra enfermera pasa por mi área y, al parecer, escucho parte de la conversación que tuve con su colega. "¡No, ombe! No se preocupe, señora, ese niño es un tiguere. Él lo que está es consentido". Le respondo con una sonrisa: "No, señora, él lo que necesita es estar con su mamá. No es consentido, es una necesidad lógica, natural. El único olor que conoce es el de su madre. La necesita".
Me mira en silencio y se va. Miro hacía el cunero y veo a la otra enfermera dar biberones de leche de formula a los bebés.
Rato después de mi procedimiento y despierta de la anestesia observo como las madres son llevadas al cunero. Ninguna permanece más de media hora con su bebé. Una señora que está a mi lado me señala algo sobre la preocupación que expresé hace un rato a las enfermeras. "No entiendo por qué los tienen ahí. No tengo un hijo en está clínica ni loca. ¿Cómo van a tener a esos niños ahí si lo que necesitan es a su mamá?".
Minutos después el bebo vuelve a llorar. Y llora, y llora. No hay nadie en el cunero. No hay enfermeras tampoco en recuperación postoperatoria. Me levanto y voy al pasillo. Llegó al final, hasta la puerta de la sala de cirugía. No hay nadie. Estoy a punto de entrar al cunero yo darle la teta al bebo que llora con tanta desesperación. Escucho unos toques en una puerta de cristal. Es mi esposo. La puerta esta cerrada y le hago señas de que espere. Doy la vuelta y miro los brazos agitados en el aire del bebo que llora. Minutos después aparece una enfermera. La señora al lado de mi cama y yo nos miramos con tristeza.
Quince minutos después estoy de alta. Mientras camino a la puerta, mi esposo me hace el siguiente comentario. "Amor, ¿por qué lloraba tanto un bebé ahí dentro? Estaba desesperado desde afuera escuchando su llanto. ¿No había nadie?". Le cuento sobre lo ocurrido. "¡Qué! Caramba! Y eso, afuera del cunero, donde está la ventana con las cortinas, hay una promoción educativa sobre la lactancia...¡y le estaban dando biberones con formula!", dice mi esposo, sorprendido e indignado.
Los cuneros no son necesarios. Lo que vi ese día es signo del maltrato del que son objeto los bebés, del descuido, del sufrimiento de un ser pequeñito que solo necesita a su madre. Vi dar leche de formula a niños, prohibido por ley y lo que provocará que sea difícil establecer la lactancia exclusiva hasta los seis meses.
Un recién nacido sano tiene un lugar en el mundo: los brazos, la piel y las tetas de su madre. Y sí, estamos cansadas después de parir, para eso se supone que hay un grupo de personas de apoyo. Y no hay mejor descanso que tener a tu bebé cerca, dormido en tus brazos, lo dice una madre que no durmió durante toda la noche porque la alejaron de su bebé recién nacido. Doce horas interminables. Saqué a mi hijo corriendo del cunero y ahora buscaré una clínica que me permita, para una próxima ocasión, tener a mi hijo donde debe estar. A mi lado.
Al respecto de por qué los cuneros no deben existir para los bebés sanos y por qué lo que necesita un bebé es a su madre, puede leer estos artículos.
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