De repente, aumente una medida de sostén. Mi cara esta llena de sarpullidos y espinillas. Me siento agotada casi siempre, con un sueño que parece no desaparecer por más que duerma.
Mi esposo le habla a la pancita, que según yo no se nota nada, pero según el público en general si se me nota.
El miércoles tengo cita nuevamente. Estoy loca por escuchar otra vez el corazón de mi ya feto, mi futuro bebe si todo sale bien.
Ya hay nombres. Si es niña se llamará Amaya. Un nombre significativo porque es de alguien que recientemente murió, una joven mexicana que solo conocí por su blog y que perdió la batalla contra el cáncer. Era una chica muy especial.
Si es varón se llamará Fernando. Este nombre tiene una razón más cercana a mi esposo: el nombre de un amigo que bautizó a su hijo con el nombre de él y de uno de sus amigos cercanos, a la vez amigo de Fernando, y que de paso fue padrino de nuestra boda.
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