Fuera de lo importante que es amamantar a un bebé, de que la leche materna es esto o aquello, existe una parte de ella que podríamos decir que es una banalidad que viene con el paquete. Al menos en mi caso.
Los senos cambian.
Voy a tocar el punto por un asunto muy particular sobre un comentario recurrente durante mi casi año de madre lactante. "Y mira la mucha leche que das y tú que tenías esos senos tan pequeños".
Y mi "reflexión banal" no va hacía el discurso de que el tamaño no tiene nada que ver con la cantidad de leche que produces, sino por el tamaño en si mismo.
Y sí, la talla que usaba antes de embarazarme era...32 B.
La talla que uso ahora es...34 C.
Claro, el asunto no me ha molestado para nada, lo de tener senos más voluptuosos. Pero el asunto no pasa desapercibido para nadie de mi entorno, que en cualquier momento me estampa un comentario con relación a que ahora la lactancia me ha dado un beneficio estético, y lo mejor de todo, sin la necesidad de un bisturí.
Aunque no suelo reparar mucho en el asunto a menos que me hagan los consabidos comentarios, me he sorprendido algunos días mirando como el aumento de talla me hace ver tan diferente a hace dos años, cuando ni soñaba con Fernando.
Y bueno, la vanidad existe.
Lo que sí tengo claro es que la nueva imagen sin bisturí se acabará en el momento que deje de amamantar.
Pero, mientras llega... :)
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