lunes, 28 de diciembre de 2015

Desde afuera hacia dentro, y viceversa



La maternidad es como casi todas las decisiones que tomas en tu vida, al menos para mí. Decides algo desde tus referencias, tus limitaciones...y en el camino te descubres y te redescubres, para bien  y para mal.

Quizás una de las decisiones más revolucionarias de la vida de una mujer es ser madre, y ello implica lo que dije en el párrafo anterior. Pero al final de cuentas es tu decisión, es tu revolución de vida, una que solo implica a tu hijo o hija y al padre de ese hijo o hija...

Pero, no. No es tan así.

Resulta que mucha gente, para bien y para mal, entra en esa decisión. Por empatía, por familiaridad, por cariño mutuo muchas de esas personas son bienvenidas en ese proceso. Algunas resulta ser casi imprescindibles, como esa hermana que te recoge la ropa mientras tratas de iniciar la lactancia, o la suegra que cocina para que puedas descansar en esos primeros meses de locura...

Están también aquellos que aunque algo lejanos, te prestan sus manos o consejos, de esa forma respetuosa y amable que agradeces de por vida.

Pero muchos otros entran a la fuerza, sin preguntar. Y no solo no ayudan, sino que estorban, te hieren, te joden el día, te trastornan. Esos con los que te cuesta ser amable ante sus cuestionamientos y opiniones.

De estos últimos voy a hablar.

No tengo especialidad en ser madre, aunque aquí escriba mucho sobre ello. Lo que hago lo hago desde mi experiencia personal, imperfecta. Asumo una crianza que trato que sea respetuosa, a pesar que no siempre es así. Una maternidad que me ha llevado a los extremos, tanto felices como infelices. Sin embargo, ahora que Fernando ya no es un bebé, me siento abrumada ante los "entrometidos maternales".

Y no, no haré una lista de justificaciones relacionadas con "es mi hijo y no te importa" o "yo se lo que hago".

Es mi hijo, pero me importa lo que otras madres con experiencia puedan decirme. Y usualmente no se lo que hago...como toda madre no estaba segura de saber lo que hacia o hacer lo que hace. Ni más ni menos.

El asunto es de afuera hacia dentro, y viceversa.

Todos estamos tentados a opinar, y como humanos grises que somos, usualmente lo hacemos desde el ajeno...a pesar de que quizás debamos detenernos más en nosotros mismos. Todo humano juzga, lo haga en voz alta o baja, no es algo grave, es lo que es.

Pero están los humanos que juzgan en voz alta desde una superioridad de pose, tan así pasa que resulta que hasta mujeres que nunca han cuidado un niño (no hay que parir para eso) te hablan a nivel de predica de lo que haces o no con tu hijo o hija. Y peor, juzgan a los niños desde su entendimiento de adultos...

Sí, porque lamentablemente nos olvidamos de que fuimos niños también y esperamos de ellos comportamientos de adultos que no pueden tener. Y los "entrometidos maternales" no solo lo esperan, sino que lo exigen.

¿Qué hacer? Me he visto tentada en perder las formas, el "decoro", en dar "malas respuestas". En dejarles las palabras en la boca e irme. A veces quisiera pedirles compresión, decirles que no sean tan hirientes, tan entrometidos, tan superiores.

Siempre opto por callar o responder en monosílabos. Y cuando el tema me agota, desviarlo.

Pero estoy pensando en poner un espejo, metafóricamente hablando. Y pedirle a la vida no convertirme en una "entrometida maternal".

Porque siempre es desde afuera hacia dentro, y viceversa.

viernes, 27 de noviembre de 2015

El niño Fernando

Así lo encontré un sábado en la mañana.


Con la locura del "Black Friday aplatanaó" hoy, decidí llevar a Fernando a la guardería caminando, dejando las vías principales y tomando una calle casi desierta, llena de casas de familias, alejadas de los negocios.

La guardería no queda lejos de casa, pero al paso de Fernando nos tomó más tiempo el trayecto de lo que tomaría si lo hubiese hecho sola. Y me gustó ir al paso de Fernando. Detesto ver como los niños pequeños son prácticamente arrastrados porque los adultos no se detienen en que las zancadas de sus hijos son más pequeñas...

Los niños, sí, porque de eso me di totalmente cuenta hoy. Fernando es un niño, ya no es un bebé.

En el camino, Fernando miraba con curiosidad todo, señalaba lo que le interesaba y yo le decía como se llamaba. Paloma, carro, silla, colmado...También, mientras ibamos tomados de la mano, lo vi jugar con sus pies, saltar hoyitos, pisar rayas. No me pidió que lo cargara. Iba tan entretenido con lo que veía y yo, mientras, caí en cuenta de que mi hijo ya es un niño.

Y creo que el tema se me despertó anoche, cuando llegué a casa y el aún estaba despierto. Salió a buscarme a la puerta y me abrazó. Nos fuimos a la cama, porque lo acurrucó para dormí. Nos tiramos juntos, me abrazó, metió la cabeza debajo de mi brazo izquierdo. Le acariciaba los rulos del cabello. Cuando lo sentí dormir me di cuenta de algo...

No me pidió teta.

Empecé a sacar cuentas que fuera de lactarlo temprano a las seis de la mañana cuando despierta, y que suele ser poco tiempo, a veces no tan poco, ya Fernando no vuelve a pedir teta. Lo bañó, lo visto, se toma su leche y no pide teta. Regresa a almorzar y no pide teta. Eso de lunes a viernes. Veré si mañana, sábado, que no trabajo y estaremos juntos todo el día su intensidad es igual a otros fines de semana en que parece decir "Mami está conmigo todo el día, deja cobrarme la teta que no me da".

O sea, no me había dado cuenta del todo, pero ya ha empezado a su manera a dejar la teta.

Se siente raro ahora que me he percatado de ello. Alguna vez leí que era como una especie de "duelo" para algunas madres. No les diré que estoy así como que dando gritos de depresión casi post teta...pero es como si ese lazo físico se extraña un poco. Pero claro, no se me confundan, se que Fernando ya es un niño, uno de tres años, que contrario a lo que alguna gente me dijo...

La lactancia no hizo dependiente a mi hijo, sino todo lo contrario, es un niño seguro, alegre, intenso, curioso y cariñoso.

A veces, más de la que creo, me quedó observándolo mientras juega o juega en su tableta (tiene horario controlado jejejeje) y veo sus expresiones, sus maneras de sentarse, de mirar, de levantar su cabeza, de sonreír...y me pregunto si ese niño fue ese bebé pequeño que cargué hace tres años, el que dentro de la barriga me daba patadas de karateca. El bebé que nunca soñé, que nunca imaginé tener, que no anhele hasta que supe que vendría.

Es raro, quizás, ponerme desde fuera de mi hijo. Lo veo como ese ser humano distinto a mí, que es tan diferente a mí, tan otro, aunque sea parte de mí y de su padre. Pienso que pensará, cómo verá el mundo, que cosas se tejen dentro de él. Y pienso en la niña que fui, en lo que recuerdo de ella.

El bebé Fernando ya no existe, y dejó de existir hace tiempo, pero ahora me doy cuenta.

Fernando es un niño.

lunes, 5 de octubre de 2015

Ya tiene tres años

Dicen siempre que los niños crecen rápido.

Al parecer este no es un axioma absoluto. En mi caso, mi hijo ha crecido a la medida del tiempo, sin prisas ni lentitudes.

Esta madre ha vivido con intensidad el crecimiento de su hijo, sin lamentos del sin tiempo o del poco tiempo. Y cada día, y cada semana y cada mes, y cada uno de estos tres años junto a él me han regalado suficiente luz para no caer en las sombras.

Es un pequeño tan mío en la misma medida que es ajeno a mí. Dualidad de dar para que sea lejos de mí, y de él darme sin saber que puede sembrar en mí.

Tres años de abrazos, de besos, de lágrimas, de decisiones, de admiración, de ruptura, de amor bobo, de amor furioso, de apatía.

También tres años de lactancia, un proceso que pensé no llegaría hasta aquí, pero que aun sigue ante la mirada extrañada y cuestionadora de muchos, y también ante la admiración de algunos. Ya sus tomas son pocas, pero debo agradecer todo lo que mi lactancia me ha enseñado sobre los lazos de amor y apego, y del desapego amoroso que encamina (aunque muchos no lo crean).

Ha sido un día de cumpleaños raro, lo es cuando es lunes y todos estamos inmersos en trabajos, deberes y también el cumpleañero está en escuela. Pero ha sido un día hermoso, lleno de recuerdos bonitos del día en que nació mi hijo y con él otra mirada a la vida.

Fernando crece y yo lo miro crecer. Y también suele ser al revés. Agradezco eso cada día.

Globos para volar, quizás.



jueves, 3 de septiembre de 2015

Fernando en la escuela

Fernando conociendo la escuela.


"Si viera la alegría de su niño en la escuela, en la mañana. Es muy alegre".

Eso me dijo ayer la hija de la directora del colegio donde Fernando empezó a asistir desde el pasado lunes. Un lugar conocido para él, pues es donde está la guardaría donde lo llevo por las tardes desde enero.

Y es un alivio saber que Fernando es feliz en la escuela.

No estaba en mis planes que empezará a escolarizarse ahora. Pero la logopeda, especialista en desarrollo del habla, donde lo llevé hace casi un mes, me dio la sentencia: "Necesita estructura. Debe inscribirlo en la escuela".

Como no soy especialista en esa área, y la que sí lo es me dijo que la dejadez conversatoria de Fernando podría mejorar con "la estructura escolar", pues lo inscribí en la escuela.

Confieso que la crisis la viví yo. Es otra separación. Y sí, soy una mamá gallina, pero me alegra serlo porque cuando vi a Fernando entrar a su escuela, saludar y curiosear, me di cuenta que el apego de estos primeros años han creado la independencia que hace que mi hijo sea alegre, como me aseguraron ayer, en la escuela.

Eso sí, comprar los útiles escolares de un niño de casi tres años que va a pre kinder me hizo entender el porqué ahora se ofrecen préstamos bancarios a los padres cada vez que inicia el año escolar.

Además, con este inicio de nueva etapa de Fernando me doy cuenta de algo, y me convierto en drama mamá...

¡Ya no tengo bebé!!!!!!!!!!

viernes, 7 de agosto de 2015

Semana Mundial de la Lactancia 2015

Hoy finalizó la Semana Mundial de la Lactancia, este año motivando la conciliación laboral con esta faceta tan importante de la maternidad.

Aprovecho para agradecer a un grupo de madres que respondieron algunas preguntas de un sondeo, material que utilice para plantear el contexto de un reportaje sobre este tema. No pude usar toda la información, pues debía priorizar puntos de enfoque, pero en los próximos días compartiré aquí los resultados del sondeo.

Este es el reportaje. Lactancia y mundo laboral, conciliación pendiente

Aquí dejaré un texto que escribí temprano en Facebook, a raíz de una discusión algo inútil que tuve con uno de mis contactos en esa red social sobre la lactancia extendida o prolongada.

Mi interés por la lactancia es anterior a mi embarazo. Empecé a leer al respecto desde que decidí ser madre, y lo hice desde mis dudas, pues carecía de referencias sobre el tema pues al igual que la mayoría de las mujeres de mi generación, crecimos sin ver esta práctica como algo normal, sino excepcional.
En ese momento no tenía ninguna posición, ni a favor ni en contra. La veía como una opción. Nunca me sentí incomoda ante una mujer que lactara, las pocas veces que lo vi. No tenía porqué. Así como no me escandalizaba ni me escandalizó cuando veo a un bebé ser alimentado con leche de formula. Los que me conocen saben que nunca he calificado a ninguna madre sobre este supuesto.
De mis lecturas, buscando respuestas, he tenido la suerte no solo de leer estudios, reportajes, consultar a pediatras, biólogos y psicólogos. Informada decidí lactar a mi hijo, e informada pude haber decidido lo contrario. Pero informada. Si hubiese alimentado a mi hijo con leche de formula, no tendría porque sentirme mal o apelada porque vea a una madre lactar a su hijo. Eso es lo bueno de decidir desde la información, y no desde el prejuicio.
Este es mi muro, como lo he repetido otras veces. Aquí comparto lo que me interesa, lo que considero importante, lo que me gusta. No lo hago para congraciarme con nadie, ni para satisfacer a nadie. El que me conoce sabe que no limito discusiones en mi muro, y que dentro de mis defectos como humana, trato de tener discusiones con altura. Saben también que borro todo comentario que insulte a otra persona, y que suelo responder de manera muy ácida a la gente que viene aquí con actitudes prejuiciosas, despectiva e insultantes.
No soy asesora en lactancia. En mis contactos hay una, que ha pasado años estudiando y preparándose para acompañar a las madres que deciden lactar, y es Yanet Olivares. Me consta que cada día se descubren y descartan criterios sobre la lactancia, Yanet lo sabe y se actualiza. Igual Maria Berrozpe, a quien tuve el placer de entrevistar para un reportaje sobre los componentes de la leche materna y de los últimos descubrimientos científicos al respecto, y de algo que está bastante estudiado: que la leche materna no es solo alimento.
Y en mi muro, y en esta semana mundial de la lactancia que finaliza hoy, pongo información al respecto. Motivo a la lactancia desde el conocimiento que tengo de ella. Apoyo a las madres que lactan en su proceso. El que se sienta ofendido desde el conocimiento y la información constrastada, actualizada y los aspectos reafirmados sobre las propiedades de la leche materna y su proceso, lamento decirle que no me responsabilizo de la pretensión de su ignorancia. Y, de paso, le recomiendo que se abstenga de pasar por este muro para que no tenga la desagradable obligación de venir a opinar desde su pretensión sobre un tema que no conoce, y de paso tenerse que aguantar mis respuestas. No sea tan masoquista.
He dicho por aquí y en mi vida no virtual, que toda mujer tiene derecho a decidir que hacer o no con respecto a la lactancia, desde sus circunstancias. Faltará más. Para muchas, y me incluyo, no es problema de nutrición asumir leche de formula. Tenemos con que costearla. Pero eso somos nosotras. Una mujer pobre, con acceso limitado al agua potable, decidir por no lactar a su hijo es algo que no solo la empobrecerá más, sino que provocará la mal nutrición de su hijo. Así que no me venga a hablar de manera despectiva y visiblemente ignorante de una decisión como esta desde su burbuja de clase, si cabe el termino clase.
Atentamente,
La administración.

Ojalá la mayoría de la gente se informara antes de hablar sin propiedad sobre un tema. Y ojalá llegué el día en que la lactancia sea normalizada.

Una de las fotos que  más me gusta de mi lactancia con Fernando.

jueves, 16 de julio de 2015

Una encuesta sobre lactancia y ambiente laboral

Para este año, la Semana Mundial de la Lactancia está enfocada en el tema de la laboral, en conciliar trabajo y lactancia. Por esta razón, quiero escribir como periodista sobre este aspecto y me gustaría hacerlo conociendo un poco la realidad de las madres dominicanas que trabajan fuera del hogar.

Para este propósito acabo de elaborar una encuesta y me gustaría contar con la colaboración de las madres en las redes sociales que residen en República Dominicana. 

Es importante ver la realidad, porque sin ella no podríamos pensar en soluciones viables para reclamar un derecho que corresponde a las madres que deciden amamantar a sus hijos. 

Aquí la encuesta. Gracias de antemano.


lunes, 6 de julio de 2015

Destete nocturno IV: ¡Por fin!


Luego de un intento de destete nocturno que funcionó algunos días y después se vino al traste, esta madre había estado pensando en que momento oportuno retomar.

Observando algunas independencias de mi hijo en estos últimos meses: tratar de comer solo, caminar soltándome la mano porque "yo sé por donde voy", jugar en otra habitación donde no estuviéramos ni el padre ni yo, y su amor por la guardería (ya no hay berrinches de ningún tipo...muchas veces ni se despide de mí cuando lo dejó allí); pues decidí retomar el destete hace dos semanas.

Las primeras madrugadas fueron de locura. Patadas, haladas de pelo y berrinches, esto sumado a los gritos y las lágrimas. Le trataba de hablar con cariño, con todo y que medio me desesperaba. Lo cargaba, lo acurrucaba, le explicaba "la teta duerme y ya no despierta a esta hora". No desistí, ni siquiera cuando al otro día tenía que mantenerme despierta a dosis de café. Y ya se imaginarán como se me acentuaron las ojeras.

Luego de cinco días, la defensa de Fernando fue tomando retirada. Menos patadas, menos berrinches. Lo que en los primeros días era un momento de cinco minutos se redujo a un ratito.

Les confieso que Fernando no era el único que sufría. La lactancia es un lazo fuerte, hermoso, bonito. Pero mi espalda ya no lo resiste en las madrugadas y la falta de sueño me deparaba un día fatal. Así que...

Casi dos semanas después, el señor Fernando se sienta a media madrugada en su cuna para que lo pasen a la cama y...¡ya no pide teta! Bueno...a veces hace el intento, pero sin insistencias. 

Lo que sí me pasa, y creo que ahora el proceso lo tendré que vivir yo, es que me despierto a cada momento para saber si está bien, durmiendo lejos de mí, eso antes de despertarse luego de cinco horas de sueño para buscar a mamá y papá.

Eso sí, desde que abre los ojos y ve que el sol está afuera, salta encima de mí sin pensarlo, buscando tetas. 

Al parecer, y si completo quince días más así, entonces canto victoria definitiva. 

No les puede negar que he tenido mucha presión con el tema del destete. He evitado contradecir la exigencia para no provocar que se sientan mal u ofendidos conmigo. Aunque en este tema está lo de siempre: al parecer nadie piensa en eso a la inversa, o sea, conmigo, cuando te dicen "pero le tienes que quitar esa teta", como si fuera tan fácil.

Pero bueno, evitadas estas "guerras", solo puedo decir que he empezado el destete cuando lo decidí, cuando he entendido que ya se me hacia incomodo y afectaba mi día a día (no es lo mismo colechar en lactancia con un bebé de meses, que con un niño de dos años). Y me ha gustado hacerlo así, y he forzado para lograr que este proceso sea lo más respetuoso posible, aunque a veces (y eso será material para otros post) se me ha agotado la paciencia con Fernando.


martes, 23 de junio de 2015

Expertos en maternidad, una moda

Foto sin fuente confirmada.
Tomada de http://blog.psicoactiva.com/ser-padres-no-significa-ser-proveedor/


Tengo algo abandonado este blog, pero ha sido por buenas causas.

Lo retomo en estos días porque desde hace meses veo con atención algo en República Dominicana: asumirse como expertos en maternidad después que se tiene un hijo o hija.

A ver, esto no es novedad. Muchos de nosotros nos asumimos en nuestras vidas privadas expertos luego de vivir una experiencia personal, y creemos que debemos dar lecciones a medio mundo sobre ello, cuando ni siquiera no las han pedido. La maternidad y la paternidad no escapan de esta presunción.

Esto pasó a los blogs personales, en consecuencia. En mi embarazo, cuando comencé a buscar información sobre lactancia y crianza, me encontré con una gran variedad de blogs sobre maternidad, la mayoría de madres españolas. Algunos hablaban desde la experiencia personal, otros desde mujeres con profesiones que relacionaban a sus artículos: biólogas, psicólogas, maestras, pediatras, asesoras de lactancia. Preferí siempre estas últimas. Ellas y otros blogs de artistas plásticas y dibujantes, cuyas creaciones infantiles y trucos para decoraciones son de apreciar.

En República Dominicana el asunto también se contagió, pero con un agregado que he visto poco en las docenas de blogs españoles que leía y leo con frecuencia. El tema pecuniario.

Así tienes no solo a personas sin ninguna preparación, ni estudio ni aval hablando sobre lactancia, sueño infantil, embarazo y posparto; sino que cobran por ello en asesorías.

Ves, por ejemplo, a madres sin preparación ninguna en lactancia, dando asesorías y cobrando por ellas. Inclusive, asegurando asuntos que con una búsqueda en portales de la Liga de la Leche te das cuenta que no son ni ciertas ni aplicables.

Y ya el asunto va en dar seminarios, auspiciados por marcas de sucedaneos de la leche materna...y tienen la falta de tomar ese patrocinio, violando una ley de por medio, para hablar de lactancia. Total contradicción.

Eso sin contar como han problematizado el embarazo y el parto, como si todas las mujeres tuvieran un proceso igual de gestación, como si todas fuésemos a tener el mismo parto. Y con el postparto es peor. En esa etapa, en la que necesitas más que nada compañía, que te hagan los oficios en la casa y te dejen en tu mundo con tu bebé, y una asesora de lactancia en caso de dificultades, te la quieren llenar necesidades innecesarias. Y cobrar por ello.

Se que ahora el mundo de las madres es más solitario, que carecemos muchas de la compañía de otras madres, como una especie de tribu, que nos apoye y ayude en esos primeros momentos cargados de duda. Pero es lamentable que ese hueco sea llenado por personas que, algunas con buena intención otras no, hacen un negocio desde el desconocimiento y el lucro.

lunes, 11 de mayo de 2015

Lactancia y la "normalidad"


Hace casi dos semanas me pasó algo raro, que quizás no debería ser raro.

Fernando tiene más de dos años y medio, unos 31 meses de nacido, y aun es amamantado.

Claro, no es como cuando era un bebé. Las tomas son especiadas, aunque más intensas a la hora que menos quiero que sean, en las noches. Intenté el destete que me funcionó por un corto período y estoy esperando dos cosas: o que se desentienda de la teta o que pueda volver a intentar el destete. Ambas posibilidades, a juicio de sus rabietas nocturnas si no hay teta están postergadas.

Pero el asunto es que las veces que en el día mi hijo pide "teta" (palabra que para él tiene sinónimo de mamá), es algo difícil. Si están en un ambiente con mucho estimulo se le puede olvidar y ya, pero si no...y si hay sueño de por medio, pues el asunto se complica.

El tema es que la familia de la madre, el padre y esposo y Fernando fue a una actividad a la recién finalizada Feria del Libro. Fuimos a la presentación de un libro de un buen amigo, además de buenísimo escritor. Allí no era la única con un niño. Eramos tres madres, incluyendo el hijo pequeño del autor que presentaba.

Fernando entre brincos y curiosidades, pues le llegó el sueño. Me puse en una silla junto a la pared, me había puesto un vestido de tiros fácil de manejar para estos menesteres, y listo. Ahí de manera lo más discreta posible, aunque estaba a una fila de la primera, lactaba a Fernando mientras seguía la presentación.

Mi sorpresa cuando giré la cabeza y me di cuenta que la otra mujer casi a mi lado también lactaba a su hija, que por su tamaño supe que tendría más de un año. Ambas nos sonreímos con complicidad.

En la fila de al lado y en primera línea estaba la esposa de nuestro amigo escritor, también daba el seno a su pequeño, que es un niño de meses.

Por primera vez desde que lactó a mi hijo pasado sus dos años me sentí cómoda en un lugar público. Nadie nos dijo nada. Ni nos miró raro a ninguna de las tres. Ahí estábamos, con los muchachos al pecho, ellas con sus fulares y yo con un paño tapando la parte de arriba del torso. A los pocos minutos Fernando quedó dormido.

Y no se crean, claro que he pensado en medidas drásticas para quitar el seno, en especial porque las madrugadas se me hacen complicadas con la teta. La sábila ha sido una opción pensada, pero ayer una madre con un niño de la misma edad de Fernando me dijo que está en las mismas que yo y que se le ocurrió lo de la sábila. Su hijo se pasó el día vomitando y desistió. También desistí de la idea.

¿Estamos mal? ¿Hasta cuando debemos esperar? ¿Debemos esperar algo u obligar a nuestros hijos con más de dos años a que dejen la teta? ¿Sábila? ¿Dejarlos ser y seguir su ritmo?

Les confieso que la presión propia y ajena es mucha.

martes, 21 de abril de 2015

Los "terribles dos" no existen

Fernando descubriendo lo interesante de jugar con la arena en la playa.


Los famosos y temidos "terribles dos años" no existen.

No he hecho ningún estudio al respecto y me paso por .... los cientos de artículos en que se hablan de los "terribles dos".

No son nuestros hijos quienes se vuelven terribles con los dos años.

Somos nosotros quienes nos volvemos terribles cuando ellos llegan a esa edad.

A los dos años, creo que de manera general, los niños nos muestran sus desacuerdos, sus "no", lo que desean hacer, los que no desean hacer. Se vuelven más curiosos, más determinados en su curiosidad.

Empiezan a ser más ellos y menos el niño o niña que, muchas veces, "hacía todo lo que yo le decía", "se quedaba quieto donde yo quería que se quedara quieto".

Entonces se nos cruzan las exigencias, los juicios de mucha gente (hace semanas estuve a punto de decirle a una señora que se fuera a la mier... si seguía comparando a su nieto "que se porta tan bien" de 9 meses con mi hijo de dos años y medio, y agregando a cada minuto "que era un malcriado" porque a su saludos mi hijo respondía con manotazos para que se le alejará -la ha visto tres veces en su corta vida), y un repentino cambio de un niño tan dependiente al que ya no lo es tanto.

Entonces, no es a los niños a quienes tienen que llamarles "terribles" y "sicoanalizarlos".

Somos nosotros los que necesitamos la orientación para nuestra terrible manera de reaccionar hacia la personalidad naciente de nuestros hijos. Una orientación que nos permita evitar anularlos y minimizarlos.

miércoles, 18 de marzo de 2015

La "culpa"

El sábado en la tarde tuvimos un accidente casero.

Fernando dormía. Yo estaba en la cocina y el esposo en el baño. De repente escuchamos un llanto desesperado y un sonido de tos desde la habitación.

Mi esposo llegó primero. Fernando lloraba y tosía desesperado. A su lado estaban dos pedazos de plástico que eran de un gancho de colgar ropa. Faltaba el click que los unía. El gancho estaba sosteniendo una apertura del mosquitero de la cuna.

Era uno como este.


El esposo trato de buscar el click en la garganta de Fernando y no estaba. Le golpeamos en la espalda. Esto lo hicimos mientras salíamos corriendo hacía el vehículo para ir a la clínica. A mitad de camino Fernando iba sentado, secándose las lágrimas y mirando el panorama.

Llegamos a emergencia y la pediatra no solo nos hizo esperar, sino que vino con toda la calma a decirnos que lo veía bien por lo que suponía que no estaba en peligro. De paso me comentó que ya había atendido a una niña que se tragó una aguja. Creo que no entendía mi desesperación de madre primeriza.

En la camilla, Fernando se revoltea. No tiene nada en la garganta. Se lo tragó.

Le tomamos la radiografía. El click se ve claro, en el tubo digestivo. Hay que esperar que siga su camino. Pasamos mala noche pendiente de Fernando. Él no, durmió bastante bien, aunque muy ñoño.

Al día siguiente, domingo, en la segunda radiografía de control el click estaba en el estomago.

Fernando nunca dio señales de malestar o dolor. Siguió igual de travieso, mientras el esposo y yo pasamos el fin de semana más tenso de nuestras vidas de padres.

El click salió el lunes en la mañana.

En todo este ínterin, no pude evitar sentirme de lo peor. Culpable. Y cada llamada que recibía de algún familiar ahondaba el sentimiento.

No pude evitar pensar que hubiese pasado en un escenario peor. ¿Cuántos padres no han perdido a sus hijos por un accidente casero, por una situación que no pudieron manejar ni prevenir de ninguna manera?

Es increíble como la reacción primera de la gente sea acusar, porque es una reacción, pienso que no es intencional. No puede ser intencional.

El apoyo es lo menos.

¿Qué padre o madre quiere que su hijo le pase algo malo, se provoque un daño? Creo que ninguno. Pero sin embargo, pasan accidentes y mueren niños por esos accidentes. Y a veces pasan de la manera más azarosa, sin que ninguna medida de seguridad pudiera evitarlo.

Confieso que el lunes, en mi alegría luego de que el click saliera del cuerpo de mi hijo, no pude respirar con alivio. Pensé en los otros padres, en los que pierden a un hijo en esas circunstancias. Pensé en un abrazo grande para todos ellos, uno que les sanara la culpa.

lunes, 23 de febrero de 2015

Destete nocturno III: Volver al principio

Parece que canté victoria temprano.

El destete y su temprana celebración ha sido anulado por la rebelión de Fernando.

El declive del destete empezó dos semanas después de que empezara a asistir a la guardería (que de paso les cuento que no llora ni patelea y se lanza a los brazos de su nueva "titi" con sonrisa y abrazo).

El cuento de la teta que duerme no le da ni frío ni calor. Ni que le acaricie y le añoñe. Nada.

Supe que tenía la "guerra" perdida cuando dos horas después de sus gritos constantes, pataleos, bofetadas y jalones de cabello...y despertar a todo el vencindario, tuve que decir basta y dejar que tomará las riendas.

Y el muy bonito se sonrío con la teta en la boca.

Y esa fue la última batalla de una serie de encontronazos cuando el Fernando decidió rebelarse a la decisión de no teta en las noches y madrugadas.

He tirado la toalla...por el momento.

Creo que tengo que esperar que las novedades de la guardería y la separación que conlleva se "asienten". O quizás ver alguna señal que me permita ver qué hacer...o ir buscando alguna técnica para esto.

Si alguien tiene algún truco, me avisa.

Y la rebelión se extiende por toda la casa.



martes, 20 de enero de 2015

La guardería

Fernando empezó a ir a la guardería.

Hubiese preferido que siguiera cuidado en casa hasta empezar la escuela en septiembre, con casi tres años. O quizás con cuatro años el próximo año. Pero no había de otra. Lo bueno, creo, es que esta separación del hogar empezó a los dos años y no antes.

El primer día, el lunes de la semana pasada, me volví un mar de lágrimas cuando lo dejé. Jamás pensé que me iría a afectar tanto. Llegué a casa y llamé al esposo casi sin poder hablar, compungida. ¡Vaya drama!

¿Fernando? Cuando llegó a la puerta se soltó de mis manos y se fue corriendo a jugar y brincar. Jamás se molestó en ver donde quedó mamá. Así fue la situación hasta el miércoles. Todo cambió el jueves.

No quería entrar. Me miraba con cara triste y dio unos pasos lejos de la portón. Miró hacia atrás y me reclamó en su idioma irreconocible. Entré y se apuro a seguirme, pero abrazado a mis piernas. No quería soltarme hasta que vio una pelota que picó su primo Sebastián. Me escabullí.

Pero el viernes no hubo pelota que valiera. Lloró y lloró. Y el corazón se me apretó y se me puso chiquito.

Ayer y hoy, lunes y martes, su tristeza empezó antes de llegar, a una esquina de distancia. Se tapó el rostro con sus dos manos y se detuvo en el portón, me miró con cara de tristeza como diciendo "¿Esto es todo los días, mamá? Se queda medio triste en un rincón.

Claro, la historia es diferente cuando el papá lo va a buscar. Lo encuentra jugando, brincando, gozando un mundo con sus amiguitos.

La separación nunca es fácil. Ni siquiera por unas horas. Sé que Fernando es un niño con cierta independencia, normal y adecuada para su edad, pero es un niño que aun necesita apego, compañía, de sus padres. Es normal su llanto, es dolor por el lazo que nos une, no manipulación.

Pero ahí está, jugando y saltando. Quizás ahora empieza a hablar, que es una preocupación para mí, pues a su edad aun no habla, no verbaliza una oración que se entienda. Creo que estar tiempo con otros niños, interactuando lo ayudará. De hecho, en estos días está tratando de armar palabras y ya entiendo algunas como "aquí" "allá" dentro de su "lenguaraje". Si no mejora en este tema después de los dos años y medio, que los cumple en abril, lo llevaré a evaluar.

A ver como seguimos con este proceso.

Ni idea de lo que estaba jugando, pero hay cuerda de por medio. La foto la tomó el padre.