jueves, 29 de noviembre de 2012

Aprendizaje y vivencia

Intenso aprendizaje. Intensa vivencia.

Vivencia. Fernando crece y me sorprende. Es un niño como todos, con su naciente personalidad, pero como madre de Fernando...pues Fernando es el centro de un pequeño mundo que gira en mi casa y es un centro único.

Aprendizaje. La lactancia va viento en popa, a pesar de las opiniones...¡y que clases de opiniones! Ya le dedicaré un post exclusivo a este tema. Con un mes y casi dos semanas, Fernando paso de pesar 7 libras y once onzas a 11 libras y once onzas. Para los incrédulos de la lactancia fue una sorpresa. Yo me reí con todas mis muelas.

Vivencia. El padre de Fernando, el esposo, reporta altas temperaturas de papitis aguda.

Aprendizaje. Sobre su crianza las opiniones corren como las promesas de los políticos en campaña: a borbotones y sin que se solicitaran en ningún momento. Estoy por creer que muchas de esas famosas sugerencias ni siquiera son aplicadas por sus vehementes defensores. Yo lo tengo claro desde mi embarazo, mi crianza es de apego  y de esto hablaré también en algún momento, ya que una amiga cuando le mencione el termino me dijo: "tu hijo será un malcriado".

Vivencia. No hay nada como la sonrisa de Fernando. Empezó a sonreír al día siguiente de nacer. Una sonrisa a su bisabuela. No vi muchas más hasta después de que cumplió los nueve días. Ahora es todo un maestro en derretir con la sonrisa.

Aprendizaje. Como me dijo mi amiga Ailyn, no hay nada mejor que los instintos y los sabios consejos de aquellos que no quieren imponer, tratarte como una retrasada mental y pensar que tienen el manual de madre perfecta.

Vivencia. Lo más común es ver que la persona que te critica algo relacionado con la crianza...pues hace lo que te critica sin inmutarse. Ejemplo frecuente: la cargadera del bebo.

Hasta aquí el breve reporte. Les dejo la canción que me recuerda la llegada de mi bebo.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Embarazo y ética médica III (Final)

La voz al otro lado era de Miriam, una amiga y compañera de trabajo de mi esposo.

Me dice que, preocupada por mi situación, le comentó mi caso a su ginecólogo y que él estaba dispuesto a atender mi parto. Me pasó los números de teléfono del doctor y llamé.

Nunca había elegido un doctor, siempre eran doctoras. Cuando llegó el tiempo de empezar a ir a un ginecólogo me decidí por una mujer. Siempre me dio "cosa" atender ese aspecto de mi salud con un hombre. Así que decidía llamarlo, además, por encima de mi prejuicio.

Fue una conversación larga. El doctor, muy amable, respondió todas mis dudas. Al igual que los médicos amigos consultados me dijo que para nada era necesaria la cesárea. Me dijo que fuera a su consulta.

Fui el lunes siguiente. Un señor de más de 50 años, con una calma que se le salía por los poros. Yo, abrumada, luego de saludarlo, le quise contar el rosario de pesares con el tema de mi parto como si fuera avalancha. Cuando tome una pausa, aprovechó para decirme que había empezado mal en mi cita, que primero le diera mi nombre.

Me reí.

Me revisó y me dijo lo mismo que la ginecóloga amiga a quien recurrí primero. Nada anormal. Luego me pidió que le mostrará los análisis que me había hecho en el embarazo y le vi cara de infarto cuando vio las siete sonografías que me hice, aunque no hizo ningún comentario al respecto. Le dije que tenía todos los controles relacionados con el Virus del Papiloma Humano (VPH). Me dijo que no necesitaba verlos.

Con calma me explicó sobre el tema de VPH y el embarazo. Me dijo algo que con lógica no había reparado: todo bebe está expuesto a lo que su madre tiene, le haga efecto o no. O sea, mi bebo había estado expuesto al virus que, lógicamente está en mi sangre este activo o no. Que naciera o no por parto natural no hacía diferencia. Me dijo que hasta ahora toda lo investigado sobre el VPH indica que los bebes han sido inmunes al paso de este virus cuando es una cepa de alto riesgo y no existen candiloma o verrugas producidas por la cepa de VPH de bajo riesgo.

Por otro lado, me dijo lo mismo que ya había leído y escuchado de los demás médicos: la cesárea solo se realiza cuando tiene candilomas o verrugas producto del VPH de bajo riesgo (nada que ver conmigo) con riesgo a sangrar y contaminar la piel del bebe. Agregó algo más: si se tuviera que hacer cesarea a toda mujer por el VPH a modo de prevención, el 80% de las mujeres dominicanas tendría que ser sometidas a esa operación. Una locura.

Sobre mi parto me dijo que sin problemas me entendía, que solo se asumiría una cesárea en caso de que fuera necesaria o de emergencia, pero no por la razón que me había dado mi ex doctora.

La calma regresó a mí.

Con relación a sus honorarios, aquellos fuera del seguro que me querían cobrar, me dijo con todas su calma:  "No cobro fuera del seguro. Soy muy viejo para que me llamen la atención por cosas que se no están bien. Cobro lo que el contrato con la aseguradora establece que cobre".

Les juro que se me aguaron los ojos cuando le di la mano antes de salir de su consulta.

El atendió mi parto de corre corre tres semanas después de este primer encuentro. Mi bebe es un niño completamente sano.

A la fecha, mi ex doctora no se ha dignado en averiguar que ha sido de mi vida. Ni ella ni su secretaria han llamado a ninguno de mis números telefónicos para saber la razón del porqué no volví a su consulta, algo que dice mucho de su vocación y ética.

De esta experiencia les comparto mis lecciones.

1. Cuando tenga dudas sobre algún procedimiento médico, investigue.
2. Dude siempre de un médico que no responda sus dudas, que no le guste escucharle y que lo trate como un hijo que tiene que obedecer a sus mandatos.
3. Resistáse a acatar peticiones que sabe de antemano van contra sus derechos.
4. Siempre busque información sobre los procesos médicos y físicos con profesionales del área, en caso de que el punto dos se de en algún momento. No importa la cantidad de años que tenga atendiéndose con un medico.

P.D. Muchas personas me han preguntado por la referencia de mi ex doctora. Les confieso que tengo algo de temor de dar su nombre, por varias razones. La primera es que este país es un pañuelo y todo mundo se conoce, no sabes quien conoce a quien y de que manera te puede dañar. Otra razón es porque en este país no vale la pena denunciar estos casos, pues no existe consecuencia alguna. De todas maneras, doy la siguiente referencia: su consultorio queda en el segundo piso de la clínica Ginecología y Obstetricia. Su apellido es Abreu. 

Embarazo y ética médica I
Embarazo y ética médica II