miércoles, 16 de noviembre de 2016

La ilógica maternidad

Maternidad. Oleo sobre tela. Carolina Estelrich. 
Lo dije sin pensar.

La maternidad no tiene lógica.

Al menos no esa que sigue cierto raciocinios. Y no me malinterpreten. No hablo de lo biológico que nos marca como mujeres y que nos da capacidad física para procrear y parir. Ni de las hormonas que te hacen enamorarte de tu hijo o hija. No. Hablo de ese sentimiento incongruente que vive contigo desde que decides ser madre.

Y cuando lo dije escuchaba a una amiga. A una hermana de la vida que acababa de ser madre, que tuvo un embarazo difícil, que tuvo una cesárea urgente y que su niña estaba bien, pero tenía que estar lejos de ella por varios días. Había seguido todas las indicaciones médicas, puso todo de sí, y gracias a eso su niña estaba ahí, sana. Solo necesitaba unos días.

Pero aun así, esa maternidad ilógica, diría que bipolar, la mantenía en ese no sé que le ahogaba el habla al dar la vuelta y dejar a su niña unos días. Esa que nos enfrentará día a día a esa dos caras de lo que somos después de un hijo y lo que seguimos siendo a pesar del hijo o hija.

Porque eso no se lo dije a mi amiga, pero sé que esa irracionalidad que la sorprendió de golpe y porrazo, que nos sorprende a todas, la ha puesto, y nos pone a todas, en advertencia de que la maternidad no escapa a ningún otra contradicción de nuestras vidas y que, contrario a lo que la publicidad nos anuncia, está hecha de todos los colores y no solo del metafórico y manido color rosa.