miércoles, 27 de junio de 2018

Madre versus tableta (o el bendito celular)

Fernando está de vacaciones.

8 de la mañana.

- Mamá, mamá, mamá

- Mmmmmmmm

- Celular

- Eh... ¿Qué tú quieres?

- Yo, quiero celular

- Fernando, es muy temprano para querer celular.

Siento sus pasos alejarse. Medio me duermo otra vez. Minutos después levanto la cabeza, veo mi cartera abierta sobre la mesa de noche. Fernando ríe en la sala.

***
El tema del móvil y la tableta es un tema en casa. Y sí, como gran parte de los padres actuales suelo "soltarle" la tableta un buen rato, a veces para poder concentrarme en algún trabajo o lectura en la casa. Es fácil... pero tiene sus desventajas. Y no, no me refiero a los estudios que se comparten a cada rato en la redes de los terribles efectos del constante uso de los móviles. Mi asunto es un poco más elemental.

Todo en exceso hace daño. Todo.

Así que pensando en ello, me decidí a minimizar el tiempo de Fernando frente a una tableta o móvil. Como se pasa las mañanas conmigo ahora en vacaciones, pues he declarado las mañanas de las vacaciones sin pantallas táctiles.

La operación empezó anoche.

Llegué y apagué mi móvil, el móvil que es flota de mi trabajo y su tableta. Y los escondí en un lugar que el no conoce y no buscaría.

***
8 y media de la mañana.

- Mamá, mamá, mamá.

- Mmmmmmm

- Celular

- Los celulares se fueron de vacaciones, no están. Vamos a tener una mañana sin celular.

Silencio. Se baja de la cama y empieza a rebuscar en la casa. Me levanto, voy a baño, me cepillo. Fernando se acerca.

- ¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaa, celulaaaaaaaaaaaaaaaaaar!

- Ya te dije, no están en la casa.

- Tablet, mami.

- La tableta se fue también con ellos.

- ¡Celulaaaaaaaaaaaaaaaaaaar! ¡Tableeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! - vocifera mientras se aleja y vuelve a rebuscar en la casa.

Voy a la cocina, pongo el café. Lo observó encender el televisor, con cara de pocos amigos. Parece resignado. Me siento en el sofá junto con él. Vuelve a insistir, le digo otra vez que no están en casa, que no habrá ni celular ni tableta hasta después del almuerzo, que puede ver televisión o dibujar.

Se pone a dibujar. Se desayuna, corretea en la casa. Ve el resumen de basket en la televisión, el inicio de un juego de fútbol. Rebusca en sus juguetes, juega con los crayones pasándolos por un remolino de agua.

Cuando empezó el programa de cocina se me acerca y me dice "puerta". Lo sigo. Me señala la puerta del horno. Ya sé que quiere. Saco una olla y se la paso. Va a su habitación y rescata sus juegos de frutas, verduras y pez de plástico para cocinar. Va a la cocina y me pide "un cuchillo", le doy el cuchillo de plástico de ese juego de cocina que tiene y que se guarda donde se guardan los de verdad. Lo observo jugar a cocinar.

Luego de bañarse, donde aproveché para que lavara sus frutas y verduras, se cambia invitándome a saltar en la cama. Luego se va a comer.

El hechizo se rompió cuando llegó papá a almorzar, pero para ese momento estaba feliz de que hiciera una rutina sin tableta ni móvil. Hasta yo me sentí liberada alegremente de ello.

Así que creo que quedará instituido todas las vacaciones la "Mañana sin celular ni tableta". Es un comienzo para disminuir lo más posible el tiempo con estos aparatos, que muy útiles que son, pero como dice el sentido común elemental, todo en exceso es dañino. Todo.

Madre 1 - Tableta y bendito celular 0

Una de las tantas imágenes que encuentro en mi móvil luego que lo usa Fernando.