lunes, 16 de abril de 2012

Hermosa espera, pero...

Estado de buena esperanza, hermosa espera, época linda...

No es que vaya en contra de estos calificativos a la hora de referirse al embarazo. Cuando un bebe es deseado y concebido, la alegría es lo primero que te invade. Te sientes emocionada, responsable de algo bello, parte de la cadena que une a los seres humanos. Poesía, música...lo que entiendas como metáfora para sentirte.

Pero...si, hay peros. Ninguno de esos términos describe el cambio que se empieza a manifestar en tu cuerpo desde las primeras semanas de gestación y les aseguro que ni "buena esperanza", ni "hermosa" ni "linda" son buenas palabras para describirlo.

Pasé tres meses de nauseas. Nauseas constantes, permanentes, estacionadas. La sensación de que en cualquier momento iba a devolver hasta el aire que estaba respirando me acompañó durante casi trece semanas...en momentos más, en momentos menos. Odio vomitar, lo odio! Y no es que lo evite, pero es que esas nauseas eran eso...nauseas, nada más.

También tuve y tengo, ahora menos, un ataque adolescente de espinillas. ¡Horrible! Desde mis 16 años no me veía así. Me miraba al espejo y no lo creía. ¡Vaya! y yo que pensaba que jamás pasaría por eso otra vez.

Lo único que en el fondo agradezco fue haber rebajado seis libras en 12 semanas. ¡Pero como comer si tuve que esconder el pilón donde majo ajo! Todo, todo, todo me hiede. Y eso ha incluido a mi esposo...sí, a mi querido esposo. Desgraciadas hormonas.

Tengo tres meses sin cocinar, y de acuerdo a mi olfato, la huelga culinaria amenaza con extenderse por varios meses más. No puedo ver la carne ni cruda.

Ahora que las nauseas se han ido, el asco a disminuido y las espinillas remiten ha aparecido otro protagonista: la acidez.

Hermosa, linda, bella etapa...bueno, permitánme dudarlo. Lo peor es que me dicen que pronto, cuando la panza pase de los siete meses ya tendré más razones para quejarme jejejje

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